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El mal llamado Canal de la Familia y su conductor, Santiago del Moro, distorsionaron el espíritu del programa que se ha convertido en el ejemplo de la agresividad humana. Es un Coliseo, donde en la arena están las bestias matándose, y en la tribuna el pueblo festejando

Gran Hermano es un formato televisivo, que se ha hecho en muchos países del mundo, y consiste en que aproximadamente durante tres meses un grupo de concursantes que no se conocen entre sí, deben convivir en una casa e ir superando las expulsiones que se hacen una vez por semana para ser el ganador del ciclo.

Una de las lógicas fundamentales del concurso consiste en dar la decisión final al público televidente, quien a partir de una votación decide quién abandona la casa, de un jugador previamente nominado por sus compañeros.

Como se sabe, el núcleo del reality es la convivencia de personas desconocidas entre sí y con total aislamiento del exterior. Normalmente, duran 3 meses o un poco más. El programa tiene reglas de convivencia (no se conocen exactamente cuáles son). El año pasado se realizó una edición, luego de varios años sin hacerlo, en Argentina. Fue un éxito.

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Seguramente fue el motivo de realizar un nuevo programa que, al principio, estaba lejos de tener la repercusión del año pasado. Pero, apareció un fenómeno agresivo, violento, llamada “Furia”, que para sorpresa de la producción empezó a pegar en la audiencia.

Esta chica se caracteriza por tener brotes violentos, amenazantes (en palabras y en hechos), atrevida, irrespetuosa, desafiante. Sus actitudes han pasado los límites aceptables para una televisión abierta. Lo más llamativo es que se permitan esas agresiones en un formato que sale al aire las 24 horas y es visto por niños, adolescentes y mayores.

Santiago del Moro, conductor del reality, ha intentado justificar una y otra vez los desmanes de “Furia”. La tele es show y mientras de rating, vale todo. Porque es más importante facturar que la salud mental de los concursantes y los televidentes. Del Moro, ante la opinión de un jugador de que era inaceptable la agresión de “Furia” y “que ejemplo estamos dando”, contestó: “este programa no es para dar ejemplo de nada”. Se puede caer tan bajo por aumentar la audiencia.

Por otro lado está el público, que tiene una agresividad cotidiana y les encanta este tipo de puterio. Los mueve el morbo de ver peleas, gritos, insultos. No todos, solo los agresivos que se identifican con esas actitudes. Es tan evidente que a TELEFE les interesa la facturación que, un programa de 3 meses o un poco más, lo van a extender a casi 6 meses.

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Es tan agresivo el programa que hasta solicitan sacar de la casa a un perro (Arturo) que entró hace unas semanas.  “‘Furia a los gritos contra Mauro, Arturo nervioso y un llamado de atención en el confesionario: Te voy a romper la…’. Por favor, les pido: sáquenlo de ahí. Y esto no pasa sólo por los gritos, porque en cualquier casa la gente se pelea, pero esto ya es desmedido y atenta contra la recuperación emocional de Arturo, que recordemos viene de muchísimo maltrato”, señaló la activista Melina Lezcano.

Gran Hermano es un reality mundial que en Argentina lo han prostituido por rating. Aquí, más que un programa familiar es una película de terror más apto para NETFLIX, donde haya una advertencia que está prohibido para menores de 18 años, con escenas de sexo, violencia, acoso, y los padres decidan si sus hijos pequeños pueden ver o no.

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