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En las elecciones de este jueves, el Partido Laborista le sacó una abrumadora mayoría al Partido Conservador

Keir Starmer, el hombre de origen modesto que entró en política tardíamente después de una brillante carrera de abogado, está a punto de convertirse en el próximo Primer Ministro británico en las elecciones legislativas de este 4 de julio. No obstante, para los observadores y los medios de comunicación, tanto de derecha como de izquierda, el líder de los laboristas, es un verdadero enigma.

Soy candidato a primer ministro. No a director de un circo”, había dicho Starmer en campaña. Cuando pronunció esa frase asesina, Starmer sabía bien a qué se refería: jugada de póker fallida sobre el Brexit de David Cameron, extravagancias de Boris Johnson, paso fugaz de Liz Truss (49 días en el gobierno), errores a repetición de Rishi Sunak… Los británicos tienen la sensación de que los conservadores ya no son capaces de dirigir el país. Y con Starmer, sus esperanzas vuelven a nacer.

Starmer está a punto de ofrecer a los laboristas una mayoría colosal, reduciendo a la nada al Partido Conservador en el poder desde hace 14 años. Según los sondeos, el laborismo podría obtener 456 bancas de las 650 de la Cámara de los Comunes.

Padre obrero distante, madre enfermera gravemente enferma, Sir Keir pertenece a una modesta familia originaria de Essex, una región del este de Inglaterra. Único hijo que pudo estudiar (contrariamente a sus tres hermanos y hermanas), se llama Keir en honor a James Keir Hardie, primer laborista elegido en la Cámara de los Comunes en 1900.

En un país devastado por el Brexit, marcado por la pobreza y con unos servicios públicos casi inexistentes, sobre todo el NHS (servicio de salud)Starmer ya advirtió que no podrá resolver todo. Quiere invertir en las industrias del futuro, las energías verdes, las infraestructuras, desbloquear decenas de miles de citas médicas, emplear 6500 profesores y restablecer el IVA para las escuelas privadas.

Una tarea ciclópea, acompañada de una sincera confesión que repite cada vez que se presenta la ocasión: “No tendremos la varita mágica”.

Con información de Luisa Corradini, La Nación

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