En Tucumán las autoridades juegan al “Anton Pirulero” con el transporte público de pasajeros “cada cual atiende su juego”

Al paupérrimo servicio que prestan los colectivos en la provincia, sean urbanos o interurbanos, se suma el caótico y diverso sistema de pago. A todo esto hay que agregar que cuando se quiere cargar algunas de las tantas tarjetas, los pocos lugares que existen para tal fin contestan: “No tengo saldo”

Si para el tucumano, usuario del alicaído transporte de pasajeros, es un dolor de cabeza entender cuál es la tarjeta adecuada para transitar -según si se mueve dentro de la Capital, va desde ésta al interior o viceversa- imagínense el lío que significa para un foráneo.

Actualmente, conviven CUATRO formas de pagar un viaje en colectivo: la Ciudadana, la SUBE, la Metropolitana e Independencia. Las dos primeras “administradas” por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán; y las dos últimas, por el Gobierno provincial. La situación, evidentemente, generó mucha incertidumbre entre los usuarios, quienes manifiestan dificultades para acceder a los nuevos plásticos y dudas sobre su implementación.

El sentido común no es el común de los sentidos en las autoridades municipal y provincial

La principal pregunta -que hace el sentido común- es: ¿Por qué no se unifica el sistema de pago del transporte público en Tucumán, como sucede en otras provincias? Otra sería: ¿Por qué no habilitan -masivamente- puntos de carga, tanto en micro como macrocentro, en los diferentes barrios de Capital y del interior? Una vez que el usuario tiene una de las tantas tarjetas, debe peregrinar para poder cargarlas. Hay vastas zonas donde es imposible “cargar la tarjeta”. Tanto desde el municipio como desde la Provincia, no han dado explicaciones claras ni sobre la coexistencia de diferentes tarjetas, ni de la falta de puntos de venta. Toda esta situación genera, en los golpeados ciudadanos, confusión, complicaciones y bronca.

¿Qué dice el sentido común? Que las autoridades de la provincia y del municipio capitalino se sienten a “pensar” un sistema único de pago para todo el territorio. Que se divida a la provincia en zonas -Zona1, 2, 3, etcétera- correspondientes a las distancias entre la Capital y una determinada localidad, que obviamente tendrán diferente valor. O que se pueda suplir las variadas tarjetas ya existentes y utilizarse el débito, crédito o el propio celular como medio de pago. Otra opción, pero que resulta una utopía en el Tucumán actual, es la compra -en kioscos o máquinas expendedoras- de tarjetas descartables que pueden ser: para un solo viaje, para 5, para 10, para 30 o más. Cuanto más viajes se compren, más barato sale.

¿Qué impide que el municipio (peronista) y la provincia (peronista) coincidan en una solución al problema?: ¿falta de sentido común?, ¿falta de empatía por la gente?, ¿mezquindades políticas? y, en el peor de los casos, ¿falta de interés?

Una ciudad avanzada se caracteriza, entre otras cosas, por la calidad de su transporte público. En este caso, Tucumán representa el quinto mundo.

La finitud de los colectivos es culpa exclusiva de las autoridades. El auge de los transportes por aplicación, también.

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