Roma y el mundo amanecen este domingo sin el papa Francisco, tras un emotivo funeral que reunió a pobres, fieles y líderes de todo el mundo. Ahora, la Iglesia Católica entra en una nueva fase: los Novendiales, nueve días de luto oficial, mientras se prepara el camino hacia el próximo cónclave, donde se elegirá a su sucesor.
Aunque los protocolos vaticanos han sido perfeccionados durante siglos, la situación actual plantea interrogantes sobre el futuro. Francisco dejó un legado de reformas: mayor participación de la mujer en las decisiones, lucha contra los abusos sexuales, apertura hacia la comunidad LGTBI y limpieza en las finanzas vaticanas. Con su muerte, la Iglesia deberá decidir si continúa por ese sendero o cambia de dirección.
Desde el lunes, comenzarán las reuniones precónclave, donde los cardenales —provenientes de 65 países— discutirán los retos del próximo papado. Sin embargo, solo los cardenales menores de 80 años tendrán derecho a votar en el cónclave, que se celebrará en la Capilla Sixtina bajo estricto aislamiento y siguiendo las normas de la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, instaurada por Juan Pablo II y actualizada por Benedicto XVI.
Las votaciones diarias —hasta cuatro por jornada— continuarán hasta que uno de los candidatos logre una mayoría de dos tercios. Si tras 33 o 34 votaciones no hay consenso, se pasará a una segunda vuelta entre los más votados. Entre los nombres que suenan como posibles sucesores destacan el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, apodado “el Francisco de Asia”, y el alemán Gherard Ludwig Müller, crítico con las reformas de Francisco.
La Iglesia entra así en una etapa decisiva para su historia, en un mundo que sigue mirando hacia el Vaticano en espera del próximo “habemus papam”.