El camionero quería una convocatoria “oficial” de la central a la movilización del miércoles. Pero dieron libertad de acción
La CGT no marchará unida, este miércoles, al Congreso para repudiar la Ley Bases de Javier Milei en medio de su tratamiento en el Senado. Existe una fuerte crisis interna en la central sindical tras el paro general del 9 de mayo como parte de una escalada de cortocircuitos y disputas que dejaron a la conducción a un paso de un nuevo quiebre.
La ofensiva confrontativa de Pablo Moyano y los gremios más duros, para muchos alentada expresamente por Cristina y Máximo Kirchner, se chocó de lleno con la apuesta de los moderados que son mayoría en la cúpula sindical por priorizar la consolidación de un diálogo con el Gobierno y potenció una división que amenaza con barrer de lleno la forzada unidad de la entidad.
El temor por la aceleración de un desenlace de ruptura obligó a Héctor Daer, uno de los referentes del triunvirato de conducción, a adelantar el fin de semana su regreso desde Ginebra, a donde había viajado para acompañar la delegación sindical que denunció con dureza el ajuste libertario en plena asamblea de la OIT. Previo escala por Madrid para acompañar el cierre de campaña de Pedro Sánchez, que terminó derrotado por el PP el domingo en las elecciones para el Parlamento europeo, apenas arribó el domingo a Buenos Aires el dirigente inició una ronda de conversaciones informales con sus pares cegetistas para intentar descomprimir la tensión y evitar un choque sin retorno. “Hay que hacer un esfuerzo por tranquilizar las aguas, no es momento para peleas sin sentido”, dijeron cerca del referente de Sanidad.
La ebullición interna creció en los últimos días de la mano de la decisión de la cúpula sindical de no acompañar formalmente la movilización al Congreso contra la Ley Bases y dejar en libertad de acción a cada gremio para sumarse a la protesta. Pablo Moyano reaccionó en llamas contra esa decisión y lideró un operativo casi personal para comprometer la participación de la mayoría de los sindicatos en la manifestación, en una maniobra con la que también buscó desautorizar la estrategia de los dialoguistas.
Según los comentarios que se replicaron entre los caciques sindicales, Cristina Kirchner había pedido a su hijo Máximo Kirchner que intercediera ante los referentes cegetistas más afines a su espacio, además de Moyano hijo, el metalúrgico Abel Furlán, el segundo de Smata, Mario Manrique y hasta el bancario Sergio Palazzo, para quebrar la resistencia de la mayoría de la conducción sindical a sumarse oficialmente a la protesta. Pablo, entonces, aceleró para presionar por la marcha atendiendo el pedido de Cristina.
Desde hace algunas semanas se suceden algunas charlas e intercambios informales con el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el asesor todoterreno Santiago Caputo y el secretario de Trabajo, Julio Cordero, el único funcionario que viajó a la cumbre de la OIT en Ginebra, donde comparte encuentros con los sindicalistas, pero en la CGT desconfían del resultado concreto de ese incipiente diálogo.
Con información de Elizabeth Peger, Clarín