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“Lo aprendí a hacer a los cinco años”

El talentoso personaje se llama Jorge Vuelta (su apellido es real y parece predeterminado). Un conjunto de palabras desordenadas que solo en su mente encuentran sentido. Es un hombre atravesado por el mundo capicúa y por su capacidad, desde niño, para leer y decir de manera automática cualquier frase u oración de izquierda a derecha o viceversa.

Nacido en Mar del Plata, músico y jubilado, vive hace más de 45 años en Parque Chacabuco. Mucho antes, a los cinco, su vida cambió para siempre cuando una profesora particular le enseñó, mediante el recurso del desorden, a leer en ambos sentidos.

“Fue una conjunción de factores, como digo yo. Primero, es como que si estuviera predeterminado para hacerlo. Luego, esa maestra particular pudo lograr con un método muy práctico que yo aprendiera a leer. Lo hizo a través de letras que aparecían en cubos de madera. Una especie de rompecabezas en donde me pedía encontrar una letra. Es decir, que yo estaba forzado permanentemente a leer esa letra y también a reconocer las que estaban a sus lados”, contó.

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En aquella época prefirió resguardar su talento y que ningún amigo o compañero de la primaria lo supiera.

Jorge, sin que nadie lo supiera, leía al derecho y al revés. Contaba las letras como si estuviesen agrupadas en un mazo de cartas. Luego, perfeccionó su técnica y les agregó el sonido: Jorge cantaba en su cabeza sin que nadie lo escuchara.

Su talento se profundizó con el permanente estudio de la música que ejerció a lo largo de su vida. Diez años en el Conservatorio Nacional, Carlos López Buchardo, diversos grupos artísticos y una orquesta que él mismo dirigía en el Parque Chacabuco. “Era música académica, yo era el que armaba todo, desde la presentación hasta la representación, además de haber conseguido a los músicos”, recordó.

“Lo tenés que llevar a la tele, es increíble lo que hace”, le decían a la mamá de Jorge. Él, dentro de su timidez, aceptaba el reconocimiento, aunque escogía pasar desapercibido.

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Cuando su aptitud se volvió masiva, su presencia en la televisión no tardó en llegar: Jorge pasó de tocar la música de Antonio Vivaldi, junto a su hermano, a presentarse en los programas de Susana Giménez y Marcelo Tinelli, entre otros.

“Me llevaron a un programa en Estados Unidos, con pasajes, hotel y comida incluida. Me pagaron 100 dólares la presentación. También fui cuatro veces a Chile, ahí gané más dinero: la última vez me llevé 500 dólares. Fue durante una presentación que hice para la preselección de la canción folclórica chilena para el Festival de Viña del Mar”, comentó.

“Acá en Argentina hice pocas presentaciones. Ahora aspiro a un unipersonal, ese es mi proyecto actual. Tengo 40 años de guitarra y 11 de teatro. Me ejercito para preparar improvisaciones. Están todos los elementos para que venga un productor y pueda darle forma y convertirlo en un espectáculo”, agregó.

Si bien su talento es evidente, cada canción que canta al revés o cada palabra que emite a la inversa requiere de una contrastación. Su público, en cada sitio en el que se presentó, exige recibir de manera inmediata la prueba de que lo que estaba diciendo era real.

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“Mi familia lo tiene super naturalizado”, destacó Jorge, quien remarcó: “lo que quise hacer durante toda mi vida no tuvo una representación de dinero en su fondo. Nunca lo hice por plata. Y si alguna vez existió el dinero fue a partir de una propuesta integral en el teatro o en la televisión”.

“Sucede también que yo no quiero hacer un show en donde todo sea cantar al revés, porque si no la gente se va a enloquecer. Quiero que las escuchen, pero también que descubran cómo se dan vueltas las letras. Que haya actuación y música”, completó.

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