Candidaturas testimoniales: una estafa moral que puede reaparecer en Tucumán

La ambición, querer perpetuarse en el poder, la corrupción, el “negocio”, la impunidad, la incapacidad de crear nuevos líderes, hacen que los mismos nombres se repitan en cada elección, incluso, que una misma persona, se presente a diferentes cargos a la vez

Una candidatura testimonial, en una elección, ocurre cuando una persona se postula para un cargo público, pero no tiene la intención real de asumirlo si resulta electa. Estas candidaturas suelen tener objetivos políticos o estratégicos, como:
1. Respaldar una lista o partido político: La presencia de una figura conocida en la lista puede atraer votos y dar mayor legitimidad o popularidad al grupo político.
2. Refuerzo simbólico: Se utiliza para enviar un mensaje político, mostrar apoyo a una causa o reforzar la posición de un partido en una elección.
3. Estrategia electoral: A veces se utiliza para cumplir con requisitos legales o para proteger el control político del espacio, asegurando que el poder quede en manos de un sucesor designado.

Estas candidaturas han sido criticadas por considerarse una falta de respeto al electorado, una mentira, una estafa, ya que implican que el candidato no cumple con el compromiso real de asumir el cargo en caso de ganar. Sin embargo, pueden ser vistas, por algunos –inescrupulosos-, como un recurso legítimo dentro del juego político.

En Tucumán, los peronistas se hartaron de burlarse del pueblo. Todos los mandatarios, a lo largo de estos años, han participado como candidatos testimoniales.

Este 2025 habrá elecciones legislativas nacionales. Son las llamadas elecciones de medio término. En el caso del Gobierno Nacional, quiere ganar en todo el país para aportar diputados y senadores al Congreso y, de esa manera, llevar adelante las reformas que necesita para transformar a la Argentina. En los casos provinciales, como en Tucumán, el gobernador necesita un triunfo para revalidad su poder, y es un referéndum a su gestión.

Osvaldo Jaldo tiene un problema, o varios. Tiene que hacer equilibrio entre su buena sintonía con la gestión Milei –por conveniencia y no por convicción-, la oposición de su propio partido y enfrentar a los candidatos de La Libertad Avanza a nivel local. A la hora de votar, el próximo octubre, las elecciones en Tucumán estarán polarizadas: peronismo de Jaldo -por un lado- y La Libertad Avanza -por el otro-. El resto de la oposición seguramente estará “chamuyada” por el oficialismo para dividir votos y, de esa manera, Jaldo asegurarse un triunfo. Ahora habrá que ver si ese triunfo es holgado o ajustado.

Todavía falta mucho para definir candidatos pero, como está el panorama, el mandatario provincial la tiene complicada. Él quiere ser el que ponga los nombres pero el Partido Justicialista, a cargo del senador fantasma Juan Manzur, querrá poner a sus hombres. ¿Negociará Jaldo? ¿Cederá a las presiones de su ex compañero de fórmula? ¿Bajará la cabeza ante la mandamás del PJ Nacional, la condenada Cristina Kirchner?.

Igualmente, el peronismo local no tiene nombres “vírgenes” que sean atractivos al electorado, menos cuando la ola mileísta está cubriendo de violeta todo el país. Una de las posibilidades que barajarían en el Gobierno provincial -y que no sería la primera vez- es jugar con candidaturas testimoniales: poner a personas que midan relativamente bien pero que después no asumirían. Hasta se habla de Jaldo como candidato suplente, para hacer más atractiva la votación. En caso de ser así, Jaldo y compañía no entendieron nada. Sería la antítesis del pensamiento libertario. Es como que Javier Milei, siendo Presidente, se ponga en la lista de diputados para atraer votantes.

Para que quede bien claro y los votantes estén atentos al posible engaño. Las candidaturas testimoniales son:
Engaño al electorado: Implica una falta de honestidad hacia los votantes, quienes apoyan a un candidato creyendo que asumirá el cargo si gana.
Manipulación electoral: Se utiliza la popularidad o el prestigio de una persona para conseguir votos, aunque no se tenga la intención de cumplir el mandato.
Desprecio por la representación democrática: Se desvirtúa el sentido de las elecciones, que buscan elegir representantes genuinos, no a figuras simbólicas.

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