Mientras la provincia se mueve rodeada de problemas, 67 privilegiados -49 legisladores y 18 concejales por la capital- cobran fortunas sin prácticamente sesionar
La provincia de Tucumán está primera a nivel nacional. Se preguntarán, en qué. ¿Será en riquezas, formación de empleo privado, infraestructura, educación, transporte público, en autopistas construidas, en salud, disminución de la pobreza, en transparencia pública? Pues NO. Tucumán está primera en GASTO POLÍTICO. Ostenta el título de ser el territorio que más plata, de sus ciudadanos, destina a la “Honorable” Legislatura provincial, y al “Honorable” Concejo Deliberante de la Capital.
El Gobierno peronista, a cargo de Osvaldo Jaldo, destina -por presupuesto- 1.288 millones de pesos, por año, por cada legislador (son 49), según un informe de la Fundación Libertad. Para no quedarse atrás, el Gobierno peronista de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, a cargo de Rossana Chahla, destina -por presupuesto- 668 millones de pesos, por año, por cada concejal (son 18), según la misma Fundación Libertad.
Tucumán se supera a sí misma. En un escenario donde las calles y rutas están destruidas, los barrios abandonados, el transporte público -urbano e interurbano- es un caos, las inundaciones siguen sin solución, hay un grupo selecto de privilegiados que vive alejado de esa realidad: los 49 legisladores provinciales y los 18 concejales de San Miguel de Tucumán.
No sesionan. No legislan. Pero sí cobran.
Cada uno de estos cargos funciona como una pasantía VIP con todos los beneficios: sueldos millonarios, licencias ilimitadas con goce de sueldo, obra social, y un estatus social asegurado. Todo financiado por el bolsillo de los tucumanos.
¿Lo más indignante? En lo que va del año (ya en abril), ni la Legislatura provincial ni el Concejo Deliberante han sesionado, salvo la Sesión Inaugural de ambos cuerpos. En Tucumán, hay más problemas que habitantes, pero pareciera ser que sesionar en la Legislatura o en el Concejo Deliberante no es necesario.
En el Concejo, presidido por el peronista Fernando Juri, la excusa es siempre la misma: “trabajo en comisión”. Traducido, significa que se pasan meses “estudiando” temas que jamás se convierten en ordenanzas. Parecen estudiantes eternos: nunca aprueban una.
En la Legislatura, presidida por el peronista Miguel Acevedo, pasa algo parecido. El vicegobernador defiende el trabajo legislativo, expresando todo el trabajo “en comisión” que vienen realizando y, también, destaca la presencia territorial de los legisladores. Este año tienen pensado tratar la Reforma Electoral, “sin apuros”, para que pueda legislarse este año (recién empieza) o el próximo. Sobre otros temas de interés público como el Acceso a la Información Pública o Ficha Limpia, aparentemente tendrán que esperar porque la prioridad es lo electoral. ¿Será que los legisladores son incapaces de resolver varios temas importantes a la vez?, o ¿no tienen interés en resolverlo?
Tucumán reparte estas “Becas de Oro” cada cuatro años. Generalmente las ganan los mismos de siempre. Son 67 “puestos” que garantizan una vida de privilegios ¿sin control?, sin exigencias, sin compromiso -salvo con el político partidario-. Por eso, la pelea por ocupar un lugar ahí es tan feroz.
También existen becas menores repartidas en los 19 municipios del interior, no son tan onerosas pero son becas al fin.
La política debería ser para servir, y no para servirse. Tucumán necesita recuperar tantas cosas, y la dignidad de la función pública es una de ellas. Necesita representantes que trabajen para y por los ciudadanos que los eligieron, y rindan cuentas. Necesita una ciudadanía despierta, que no naturalice todo lo que está mal.
TICHO para SIN CODIGO