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Los políticos están asustados porque se les acaba el curro de la política. Se acaban los políticos millonarios y los ciudadanos pobres

Javier Milei hizo campaña electoral diciendo y prometiendo todo lo que está haciendo ahora. Nadie debería sorprenderse. Nunca creyó en un Estado presente, protector. Siempre habló de libre mercado, de oferta y demanda.

Milei es todo o nada, blanco o negro, lealtad o traición. No tiene término medio. Tiene claras convicciones. Te puede gustar o no, estar de acuerdo o no, pero así se mostró y así es; y es el presidente de Argentina, votado por el 56% de la población.

En la “caída” de la Ley Ómnibus en el Congreso, quedó demostrado quiénes están a favor del cambio y a quiénes les cuesta dejar las mañas de la política. Esa situación, produjo un quiebre en la relación entre el oficialismo y los gobernadores. Una de las primeras medidas de Milei fue quitar los subsidios al transporte público en el interior del país. Habrá que esperar lo legal y ver como se plasma esa “amenaza”.

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Lo cierto es que, más tarde o más temprano, Argentina como venía funcionando hasta ahora iba a dejar de hacerlo, para eso asumió Milei. Hace 15 o 20 años atrás, los ciudadanos pagaban los servicios, el transporte, la escuela, etcétera, SIN SUBSIDIOS. Pero desde esos años a esta parte todo fue distorsionándose y TODO comenzó a tener subsidios del Estado: el transporte, la luz, el gas, el agua, la escuela, la salud, las vacaciones, y así podría seguir enumerándose cientos de cosas. Los empresarios se acostumbraron a recibir esos subsidios para sus empresas, que lejos de haber mejoría para los usuarios, los servicios son un desastre y los bolsillos de los empresarios más engrosados.

En Argentina existen 141 planes y programas sociales, pagados con la plata de todos los argentinos. El 51,7% de la población del país recibe asistencia social del Estado (con plata de los que producen). ¿Es viable un país con estas características?.

Las transferencias discrecionales son aquellos recursos que las provincias reciben del Gobierno Nacional y que no se encuentran reglados por una ley que exponga criterios objetivos de distribución, es decir, decididas por los funcionarios del poder central. Traducido: el Gobierno Nacional de turno envía dinero (el que quiera, es discrecional) al Gobierno provincial “amigo”, el cual no rinde cuenta y hace lo que quiere. Con Milei esto se acabó. Quizás, los gobiernos provinciales, acostumbrados a recibir plata del Estado para subsidios, pagar sueldos, etcétera, sería una forma de desviar fondos con otros fines que no eran para invertir en infraestructura o mejoras para el ciudadano.

¿Cómo se explica que todo aquel que entra en la política se hace millonario?. El Estado está lleno de “kioscos”, negocios y negociados. Si no hay plata, los “negocios” quizás no desaparezcan pero sí, disminuirán a su mínima expresión. Si no hay fondos discrecionales de Nación a las provincias, los gobernadores se verán obligados a ajustar, ahorrar, ordenar y no le quedaran chances de hacer “su negocio”.

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Según dice Milei, Argentina necesita ser refundada. La tiene complicada, porque los cuervos no se lo permitirán.

TICHO para Sin Código Tucumán

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