Es una forma de terapia. Son profesores, farmacéuticos o agentes inmobiliarios, todos unidos por el amor al tejido. “Puede venir cualquiera, la historia es mostrar que la actividad no está ligada al género”, dicen
Dos agujas que se cruzan en el aire e hilos que forman una cara con barba. El logo del grupo Hombres Tejedores Argentina en las redes habla por sí mismo: se trata de hombres que buscan “tejer una nueva sociedad, rompiendo con estereotipos y la visión de roles de género“. Tejer no es solo cosa de abuelas.
“Hombres Tejedores nació para vencer los roles de género y mostrar que los hombres también podemos tejer, sin que sea una actividad asociada a lo femenino, mostrar que es solo una actividad más”, explicó Ernesto Macías, alias “Ranita Frank”, uno de los fundadores del grupo.
El colectivo se creó primero en Chile y cuando uno de sus integrantes, Javier Oliva, se vino a vivir a la Argentina en el 2016, trajo en sus valijas algo más que dos agujas y un ovillo: trajo un proyecto.
“Acá empezó a convocar tejedores por redes y se creó Hombres Tejedores Argentina”, contó Mariano Macías, un farmacéutico de larga barba que se sumó hace más de dos años al grupo. Según dijo, los Hombres Tejedores son alrededor de 15, aunque “la cosa es dinámica”, acotó “Ranita”.
Oliva dijo que busca “promover una nueva visión de la masculinidad y fomentar una sociedad más inclusiva”. Empezó a tejer de grande, aunque sus dos abuelas eran tejedoras. “Es algo que me llamaba la atención, había una conexión con la actividad, pero quedó guardada para más adelante. Ahora estoy conectado siempre con el punto, la trama, el tejido”, dijo el agente inmobiliario y emprendedor.
Cómo son los encuentros de Hombres Tejedores
Los Hombres Tejedores se juntan en plazas, parques, cafés, festivales o en museos los fines de semana, como el Yrurtia en Belgrano (O’Higgins 2390) o, en este caso, en el ex museo del Traje (Chile 832) en San Telmo, ahora reconvertido en “Colección Histórica del Traje Argentino”.
Pueden armar cuadrados para hacer mantas solidarias que luego serán donadas. ¿El destino? Quizás una maternidad, o personas en situaciones de calle. Aún no está definido.
En sus encuentros, van también muchas mujeres. Jóvenes y no tanto. Gays y heteros. Grandotes y tamaño mini. Barbudos y lampiños. Metaleros con cadenas y anillos de calaveras o nerds con remeras de Star Wars. Hay argentinos y migrantes, todos unidos por el amor al tejido.
“Puede venir cualquiera, la historia es mostrar que la actividad no está ligada al género”, insistió Mariano.
Entre tejedores y tejedoras, se muestran puntos, comentan sus diseños, el tipo de hilo que usaron, el tamaño de las agujas. Hablan de sus proyectos, de la vida, de cualquier cosa. Las charlas fluyen y saltan de un tema a otro: de si vale la pena la freidora de aire; de si sirven o no los tutoriales de YouTube. “Yo no los entiendo”, dice uno. “Aprendí ruso, aprendí turco, todo con tutoriales de YouTube”, bromeó una mujer.
También dan charlas en colegios y empresas y enseñan a tejer “a todos los que quieran”. “Cualquiera puede venir y se les enseña a estas maravillosas técnicas de tejido”, dijo. Crochet, aguja circular, dos agujas… son muchas las opciones.
En 2019, Hombres Tejedores Argentina publicó su primer libro, Técnicas, herramientas y diseños para dos agujas y crochet, con el objetivo de visibilizar su labor y ofrecer recursos a quienes deseen iniciarse en el tejido.
Tejer, una meditación activa
Para “Ranita”, el tejido es “una meditación activa”. Y es que mientras se teje, el cuerpo se mueve, se activan varios sentidos: el tacto, la vista.. se sienten distintas texturas, el metal o la madera de la aguja, la lana y sus colores, el peso de la trama que va creciendo. El tiempo desaparece, se esfuma.
De hecho, Ernesto recordó habérsela pasado tejiendo durante todo un vuelo a España. “Cada momento de tejido es un momento de meditación, de encontrarse con uno mismo. En cada puntada uno vuelca mucho amor y luego ese amor abrigando a otra persona es lo más valioso que uno puede dar. O por ahí que te digan un piropo, ‘uy, qué lindo eso que tenés puesto’, ‘¿te gusta?, lo hice yo’. Ese ‘lo hice yo’, te llena el alma“, comentó.
Para los tejedores, tejer significa aprovechar cada huequito a lo largo del día. “Es algo que me acompaña en todas mis actividades. Mientras voy al trabajo, aprovecho este tiempo. En lugar de estar con el celular, estoy con el tejido, creando algo”.
Cada momento de tejido es un momento de meditación, de encontrarse con uno mismo
“El tejido siempre me acompañó en mi historia, para relajarme, para concentrarme, para esa parte de la cabeza que se te va al carajo mientras estás aburrido. También el hecho de poder hacer una prenda y regalarla y ver a la otra persona usando la y disfrutándola es como todo un orgullo”, consideró Macías.
Y así es que los Hombres Tejedores buscan destejer prejuicios y estereotipos y cambiar el mundo a su manera, punto a punto. Con paciencia y consciencia. Tirar del hilo y reinventar la masculinidad. Tejer una nueva sociedad, más libre, más flexible, más solidaria. Más cálida también.