Existen acciones de muchos políticos que se parecen más a actitudes perversas que desconexión con la realidad
El término “perverso” proviene del latín perversus, que significa “torcido, desviado”. En psicología, se asocia con una personalidad fría, manipuladora y sin empatía, que actúa con plena conciencia del daño que causa pero sin sentir culpa. El perverso no solo ignora el sufrimiento ajeno, sino que lo utiliza para su propio beneficio.
Es una definición muy fuerte. Dándole el beneficio de la duda, los políticos tucumanos -no todos pero quizás en su mayoría- muestran actitudes que rozarían el término de perverso.
Aplicado a la política, este concepto cobra sentido en algunas oportunidades. No estaríamos ante dirigentes incompetentes o desconectados de la realidad, sino ante dirigentes que parecieran ver la miseria, la corrupción y la impunidad como herramientas de poder. No es que no puedan resolver los problemas de la provincia, es que no les interesaría hacerlo.
La frialdad frente al sufrimiento: las últimas inundaciones en la provincia
El sábado 8 de marzo, Tucumán fue castigado por intensas lluvias que provocaron inundaciones en varias zonas. Mientras cientos de familias veían sus casas anegadas y perdían algunas pertenencias, el silencio del poder fue ensordecedor. Ningún funcionario apareció en los barrios afectados ni dio explicaciones hasta el lunes 10, es decir, 48 horas después.
Cuando finalmente hablaron -fue el gobernador Jaldo, no así la intendente capitalina-, su mensaje fue tan superficial como su inacción: “Ha sido un gran siniestro, pero hemos hecho las tareas que dieron los resultados y a las muestras nos remitimos: A 48 horas todos los servicios están funcionando y tengamos en cuenta que llovió lo que se esperaba para todo el mes de marzo, por lo que tuvimos problemas de anegamiento, no lo voy a negar, pero nobleza obliga todas las obras del Plan Prelluvia que venimos haciendo han dado su resultado”. Minimizando la tragedia, negaron la realidad. Las calles tucumanas parecían ríos embravecidos, llevándose autos, motos, y lo que encontraron a su paso. Es verdad que no hubo víctimas fatales, pero por la gracia de Dios.
La intendente de San Miguel de Tucumán, Rossana Chahla, llevó la desconexión a otro nivel: mientras llovía, y la ciudad comenzaba a inundarse, participó en Plaza Independencia, junto a un grupo de mujeres y el legislador peronista, Hugo Ledesma, de la inauguración de una estatua de Mafalda.
Corrupción y descaro: el posible desfalco de 39 mil millones de pesos
Otro rasgo de la perversidad es la negación de la culpa. En un país con instituciones sanas, una denuncia por el desvío de 39 mil millones de pesos generaría una crisis política, investigaciones y renuncias. En Tucumán, ante la denuncia a cuatro municipios peronistas .Banda del Río Salí, Monteros, Famaillá y Lules- por la utilización de cifras millonarias que deberán justificar, el gobernador tucumano eligió un camino diferente: en lugar de explicar qué pasó con el dinero, culpó a la prensa y a la oposición por hacer de esto una jugada electoral.
La lógica es perversa: el problema no sería el robo, sino que alguien se haya atrevido a denunciarlo. La misma dinámica se repite en el combate al narcotráfico: ¿por qué nunca cae el “pez gordo”?. El Gobierno hace un buen trabajo con el “narcomenudeo”, ¿y los capos?
¿Justicia a la carta?
Si hay algo que caracteriza a los perversos en el poder es su doble vara. La Comisión de Juicio Político en Tucumán ¿tiene doble vara?: cuando se trata de un opositor o alguien que les molesta, ¿la destitución está garantizada? ¿Si el acusado es un amigo del poder, el caso se cierra sin siquiera ser tratado?
En un sistema democrático sano, la manipulación de la justicia debe ser reducida a su mínima expresión. No se puede hablar de que no hay injerencia política porque sería una ilusión. Las hay acá y en las grandes democracias del mundo. Se repite constantemente. Hay que detectar, y estar alertas, de que no haya persecución judicial a opositores o protección de funcionarios corruptos.
Entonces, la inacción política, ¿es ignorancia o perversidad?
Da la sensación que muchos dirigentes no es que no vean la pobreza, la corrupción o el sufrimiento; es que parecería que no les importa. Y cuando pueden, lo aprovechan.
Como decía el filósofo Friedrich Nietzsche: “Aquel que lucha con monstruos debe tener cuidado de no convertirse en uno de ellos”. En Tucumán, el pueblo ha luchado contra monstruos durante décadas, pero los monstruos siguen ganando. ¿Hasta cuándo?