El gobernador tucumano endurece su juego contra los disidentes del PJ tucumano. Javier Noguera, aliado de Juan Manzur y con aspiraciones nacionales, enfrenta un cerco político y financiero que podría sepultar su proyecto
La política tucumana atraviesa una de sus internas más ásperas. En el corazón del peronismo, el gobernador Osvaldo Jaldo parece decidido a hacer sentir el peso de su lapicera sobre los disidentes que orbitan alrededor del senador Juan Manzur. El grupo, identificado como antimileísta y opositor a la sintonía del oficialismo local con la Casa Rosada, está encabezado por el legislador Javier Noguera y el diputado nacional Pablo Yedlin, y suma nombres como los legisladores Cristian Rodríguez y Gabriel Yedlin; la senadora Sandra Mendoza junto a su esposo y dirigente famaillense, José Orellana; y el dirigente y congresal nacional del PJ, Luis Romano.
De todos ellos, es Noguera quien camina por la cornisa más angosta. El ex intendente de Tafí Viejo, y actual legislador provincial, proyecta una candidatura a diputado nacional por fuera del PJ que responde a Jaldo. Sin embargo, su jugada tiene consecuencias inmediatas: el municipio que dejó y que hoy gobierna su esposa, Alejandra Rodríguez, enfrenta una presión asfixiante por parte de la Administración provincial.
Todo estalló cuando la intendente de la “Ciudad del Limón” decidió salir del “Pacto Social” impulsado por el oficialismo provincial (el Ejecutivo se encarga de pagar los sueldos del municipio y, a cambio, éste le cede su coparticipación). La respuesta de la provincia no tardó: un reclamo de deuda por 12 mil millones de pesos contra el municipio. Desde Tafí Viejo responden que es la provincia la que mantiene obligaciones impagas. Mientras tanto, el conflicto se traslada al Concejo Deliberante: dos ediles se alejaron del bloque peronista que responde a Rodríguez y se alinearon con Jaldo, dejando a la jefa comunal con apenas cinco concejales propios de un total de doce.
En este escenario, surgen las preguntas que desvelan a los disidentes -más precisamente a Noguera-: ¿Está Jaldo operando para quebrar políticamente a Tafí Viejo y, con ello, doblegar a Noguera? ¿Podrá el legislador resistir la presión cuando el costo político lo paga su esposa en la gestión municipal? ¿Es esta una advertencia para el resto de los disidentes manzuristas que barajan competir fuera del armado oficialista?
La política, en su versión más cruda, se expresa sin eufemismos. Y en Tucumán, Jaldo tiene el poder, el control del presupuesto y, por ahora, la lapicera. Noguera, que desafía esa hegemonía, arriesga no solo su futuro político, sino también la estabilidad de su territorio.
En Tafí Viejo, el ajuste no lo decide el FMI, sino la interna del PJ. Y todo indica que no será económico, sino quirúrgico.
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