La democracia es un forma de Gobierno donde se eligen representantes a través del voto del pueblo. El que gana gobierna y el que pierde acompaña, dicen los políticos pero parece que de “la boca para afuera”
Desde que Javier Milei asumió la Presidencia, el kirchnerismo y ciertos sectores del peronismo (no se habla de la izquierda porque siempre intentan voltear gobiernos) han insistido en tildarlo de “autoritario”, “fascista” y “enemigo de la democracia”. Sin embargo, la historia demuestra que, cuando el peronismo no está en el poder, su actitud suele ser la de desestabilizar y boicotear al Gobierno de turno (no peronista), incluso llegando a buscar su caída.
No es la primera vez que ocurre. Desde el retorno de la democracia en 1983, todos los presidentes no peronistas han enfrentado embates que pusieron en riesgo la gobernabilidad.
Alfonsín y el Boicot Económico (tuvo que dejar el poder 6 meses antes)
Raúl Alfonsín asumió con la esperanza de consolidar la democracia, pero enfrentó una feroz oposición peronista/gremialista en el Congreso y en la calle, que bloqueó sus reformas económicas y boicoteó la gobernabilidad. A esto se sumaron presiones sindicales lideradas por la CGT, con 13 paros generales que debilitaron su gestión. La hiperinflación fue el golpe final, y debió adelantar la entrega del poder a Carlos Menem en 1989.
De la Rúa y el Golpe Institucional (tuvo que dejar el poder a los 2 años de Gobierno)
El caso de Fernando de la Rúa es el más emblemático. Electo en 1999, intentó gobernar con un peronismo que controlaba el Senado y las gobernaciones más importantes. La crisis económica, en gran parte heredada, se agravó y el PJ aprovechó la situación para acelerar su caída. La renuncia del vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez debilitó aún más al Gobierno, y cuando De la Rúa intentó buscar acuerdos, el peronismo se negó. La presión social, los saqueos y la violencia en las calles (en la que se señala participación de sectores ligados al PJ) terminaron con su renuncia en diciembre de 2001.
Macri y la “resistencia” kirchnerista (fue el primer Presidente no peronista que logró finalizar su mandato)
Mauricio Macri enfrentó un escenario similar. Desde el día uno, el kirchnerismo promovió la idea de que su Gobierno era ilegítimo, a pesar de haber sido electo democráticamente. Enfrentó piquetes, marchas masivas, la oposición constante de sindicatos y una guerra mediática. Al acercarse el final de su mandato, el peronismo le bloqueó el acceso a financiamiento externo y promovió el caos económico. El regreso de Cristina Kirchner al poder, con Alberto Fernández, evidenció que el PJ nunca aceptó la alternancia.
Milei y la nueva embestida peronista
Hoy, con Milei, la historia se repite. Desde el Congreso, el sindicalismo, los gobernadores peronistas (algunos hiperK, no todos, pero no por amor sino por conveniencia) y los medios afines, buscan desgastar al Gobierno con discursos apocalípticos y acusaciones de “dictadura”. Mientras dicen defender la democracia, en los hechos demuestran que solo aceptan la que los tiene (a ellos) en el poder.
La contradicción es evidente: el peronismo señala como autoritario a quien fue elegido democrática y legítimamente, mientras usa todos los medios posibles para que “caiga” un Gobierno no peronista. La pregunta es si, esta vez, la sociedad será capaz de ver la estrategia y resistir el intento de desestabilización.
TICHO para SIN CODIGO