Luego de casi dos años sin verse personalmente, los protagonistas de la política tucumana de la última década se reencontraron en la Casa de Gobierno en el Día de la Patria
Por SIN CODIGO
Este 9 de julio de 2025, mientras se conmemoraban los 209 años de la Declaración de la Independencia, Tucumán fue testigo de otro tipo de acto simbólico, menos épico pero igual de significativo en términos políticos: el reencuentro oficial entre el gobernador Osvaldo Jaldo y el senador nacional Juan Manzur. Dos hombres fuertes del peronismo local, protagonistas centrales de la política tucumana durante la última década, que no se hablaban formalmente desde octubre de 2023, cuando asumieron sus actuales cargos. Hasta hoy.
El encuentro, que contó también con la presencia de las senadoras Sandra Mendoza y Beatriz Ávila, y la intendente Rossana Chahla, dejó una imagen que huele más a estrategia que a reconciliación genuina. Porque si algo dejó claro la historia reciente entre Jaldo y Manzur es que su relación política es más inestable que una pareja de telenovela.
La historia de amor-odio entre ambos tiene tantos capítulos como giros dramáticos. En 2021, se dijeron de todo en campaña. Traiciones, operaciones, zancadillas. Pero llegó el día de votar, y terminaron abrazados, sonrientes y repartiéndose cargos. En 2023, la novela volvió a repetirse: Jaldo llegó al poder y volvió a repetirse el distanciamiento y las directas e indirectas entre ambos.
En estos casi dos años no cruzaron más que declaraciones públicas ácidas, silencios estratégicos y operaciones cruzadas. Hasta hoy. ¿Qué pasó? ¿La patria los llamó a la unidad? ¿El espíritu de 1816 descendió sobre ellos? No. Lo que los une, como decía Borges, no es el amor, sino el espanto.
Con las elecciones nacionales en el horizonte, y con La Libertad Avanza creciendo en Tucumán, el peronismo empieza a sentir el temblor de una posible derrota. Y cuando el poder está en juego, las diferencias ideológicas se evaporan, las traiciones se olvidan y los viejos enemigos se convierten -una vez más- en aliados circunstanciales.
La foto de hoy no es casual. Ya hubo señales: Jaldo acercándose al “díscolo” Javier Noguera, las bravuconadas de Pablo Yedlin contenidas por Manzur, y ahora, la puesta en escena del reencuentro institucional en un día cargado de simbología.
Nadie lo dice en voz alta, pero todo indica que el peronismo tucumano se prepara para ir unido en octubre. Con la nariz tapada, los sapos tragados y las heridas maquilladas. Porque entienden que divididos no tienen chance. Porque saben que en Tucumán, como en todo el país, la ola libertaria crece, y para enfrentarla necesitan mostrarse sólidos, organizados, “patrióticamente” alineados.
Viva la casta… perdón, ¡Viva la Patria!
En plena conmemoración de la Independencia, esta reconciliación política parece casi una parodia. Mientras se habla de libertad, de respeto institucional, de amor por la patria, los referentes del poder local se reúnen no por convicciones comunes, sino por la supervivencia de su estructura partidaria.
¿Y los militantes? Esos que durante todo este tiempo se decían de todo en redes, en actos, en radios. Esos que se alinearon a uno u otro bando con fe ciega. ¿Qué harán ahora? Lo de siempre: recibirán la orden de “cerrar la boca”, tragar saliva y mostrarse unidos. Porque así funciona la casta: primero se matan, después se abrazan. Y mientras tanto, el ciudadano común asiste al espectáculo, entre el hartazgo y la resignación.
Este 9 de julio no solo se celebró la independencia. También se “firmó” una nueva tregua entre dos clanes peronistas, con fines menos nobles que los de 1816. Pero al fin y al cabo, en política, la Independencia muchas veces es una ilusión. La verdadera libertad, dicen, es poder elegir. Veremos si el pueblo tucumano lo recuerda en octubre.