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Años de peleas, aprietes, y los únicos rehenes perjudicados son los tucumanos

De un lado –empresarios– y del otro –gremialistasusaron la amenaza de dejar sin transporte público a los ciudadanos de la provincia para obtener aumentos: del boleto, para los dueños de los decadentes colectivos, y de los sueldos para los choferes -la semana pasada obtuvieron casi $1.100.000 de básico.

Los políticos, desde hace años también, son incapaces de resolver la situación del transporte. Durante el kirchnerismo, que tanto daño hizo al país, “tiró” miles de millones en subsidios “a los empresarios”, que jamás fueron capaces de invertir en nuevas unidades. ¿Será que lo invertían en ellos?. Con el nuevo Gobierno nacional, y la quita progresiva de subsidios, resulta que los “empresarios” son incapaces de sostener el servicio.

Además, durante años, los dueños de los colectivos fueron al Concejo Deliberante, de San Miguel de Tucumán, a solicitar aumento del boleto con el compromiso de mejorar el servicio, cosa que jamás sucedió. Y los políticos miraban para otro lado. ¿En qué los puede afectar a ellos un mal servicio del transporte?, en nada. Ellos andan en camionetas, con vidrio polarizado y chofer incluído. Sí les pica -a los políticos- porque el ciudadano perjudicado es el que pretenden que los vote en las elecciones.

El gobernador, Osvaldo Jaldo, pone plata para evitar los paros, pero siempre es poco y, además, el servicio no mejora.

La intendente de la Capital tucumana, Rossana Chahla, decidió “patear el tablero”, “barajar y dar de nuevo”. Propuso al Consejo Deliberante se declare la “emergencia del transporte”, hacerse cargo por un año del mismo -con posibilidad de extenderlo-. Evaluar las concesiones, los recorridos, las frecuencias, la posibilidad de que nuevos empresarios asuman la responsabilidad de una línea, que los que no sean capaces de mantener el servicio den un paso al costado, etcétera. Es una propuesta disruptiva y, quizás, necesaria. Algo que la gente está pidiendo a “gritos”.

El transporte público de pasajeros, como está en Tucumán, no da para más. La paciencia de la gente no es la de antes. Además, las opciones de transporte, hoy, son más que las que había años atrás -UBER, DIDI, etcétera-.

El tucumano se banca callado todos estos atropellos. Pero, la “mecha está corta”. No hay que jugar con fuego. Y el año que viene, se vuelve a votar.

TICHO para Sin Codigo

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