Formosa: el feudo interminable de Gildo Insfrán, donde la democracia es solo una fachada

En Formosa se vive una realidad paralela: un sistema feudal disfrazado de democracia, donde el gobernador Gildo Insfrán se perpetúa en el poder hace más de 30 años, con métodos clientelares, trampas electorales y violaciones abiertas al orden constitucional

Este domingo, en un nuevo capítulo de su largo reinado, Insfrán obtuvo más del 60% de los votos en una elección para convencionales constituyentes. El objetivo es claro: reformar la constitución provincial para garantizar su permanencia indefinida en el poder, aún en contra de lo resuelto por la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación, que en un fallo reciente declaró inconstitucional la reelección indefinida en las provincias.

Lejos de acatar la decisión judicial, el régimen formoseño se organizó para evadirla. Con la excusa de una “convocatoria democrática”, se votó en una elección cargada de denuncias por clientelismo, fraude estructural y manipulación del sistema electoral.

Las redes sociales y medios nacionales se llenaron de videos donde se ve con total impunidad cómo militantes del peronismo local reparten bolsones de comida a cambio de votos, una práctica humillante para una población golpeada por la pobreza estructural. En Formosa, la dignidad se compra al peso y la necesidad es usada como instrumento de dominación.

A esto se suma la vigencia de la polémica Ley de Lemas, un mecanismo electoral que atomiza la oposición y permite que el oficialismo gane incluso sin mayoría real. Un sistema diseñado para hacer “trampa” y disfrazar la voluntad popular, como ya se ha demostrado en elecciones anteriores. En este contexto, denuncias persistentes aseguran que votan muertos y ciudadanos paraguayos, con total descaro y complicidad del aparato estatal.

Formosa es, desde hace años, una anomalía institucional, donde el poder judicial responde al gobernador, el periodismo independiente es perseguido, y las libertades civiles están condicionadas. La pandemia dejó escenas escalofriantes: personas encerradas en centros de aislamiento en condiciones infrahumanas, bajo órdenes del Estado.

Y ahora, con esta avanzada “camuflada” sobre la Corte Suprema, Insfrán desafía abiertamente al Estado de Derecho. Si una provincia puede ignorar fallos judiciales de la máxima autoridad del país, ¿Qué nos queda como República?

Desde distintos sectores políticos y sociales reclaman una Intervención Federal urgente, pero el Gobierno de Javier Milei no tiene los votos necesarios en el Congreso para concretarla. La estructura del poder feudal formoseño está tan arraigada que se ha convertido en un enclave autónomo, blindado por décadas de manipulación institucional y cultural.

Formosa es todo lo que una democracia no debe ser: clientelismo, autoritarismo, corrupción, y violación sistemática del federalismo. Insfrán no gobierna, domina. No representa al pueblo, lo somete.

Es cuestión de tiempo -y presión nacional- para que este régimen termine de caer. La historia muestra que ningún poder eterno es eterno, y que hasta los feudos más herméticos terminan por derrumbarse.

El pueblo formoseño merece una oportunidad real de libertad, justicia y democracia. Y Argentina no puede mirar para otro lado.

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