Este miércoles 7 de mayo puede marcar un antes y un después en la historia institucional de la Argentina
El Senado de la Nación tiene en sus manos la posibilidad de convertir en Ley el proyecto de Ficha Limpia, una iniciativa tan elemental, tan de sentido común, que cuesta creer que haya demorado tanto en llegar a este punto.
¿De qué se trata?
Simple: impedir que personas con condena judicial por corrupción y otros delitos graves puedan ser candidatos o ejercer cargos públicos. Ni más, ni menos. Algo que en cualquier país serio no se discute; se aplica. Porque un condenado por robarle al Estado no puede, bajo ningún criterio ético o jurídico, sentarse a decidir el destino del país desde el Congreso, una legislatura provincial o, peor aún, desde el sillón presidencial.
En la Argentina, sin embargo, el sentido común es, tristemente, el menos común de los sentidos. Que tengamos que debatir si un corrupto puede, o no puede, ocupar una banca habla más del deterioro moral de nuestra clase política que de cualquier crisis económica.
La Ficha Limpia ya fue aprobada por la Cámara de Diputados. Ahora, todo depende del Senado. Si este miércoles se convierte en Ley, será un triunfo para la ciudadanía que hace años reclama un mínimo estándar de integridad para quienes gobiernan. Si no se aprueba, será una nueva cachetada a la democracia, un mensaje claro de que la impunidad sigue teniendo fuero.
La política argentina está desprestigiada, y con razón. Pero también tiene oportunidades para empezar a cambiar esa imagen. Este miércoles es una de ellas. Que cada senador recuerde que está ahí por el voto del pueblo, que su sueldo lo pagan los mismos a los que deberían proteger. Y que si la política quiere empezar a reconciliarse con la sociedad, la Ficha Limpia no es negociable.
TICHO para SIN CODIGO