Luego de décadas de decadencia, peleas, crisis, Argentina tiene una nueva oportunidad de convertirse en una tierra de grandeza. El patriotismo es el orgullo que siente una persona por pertenecer a una Nación, y no sólo cuando se juega al fútbol sino en todos los ámbitos de la vida. Es ahora
Argentina atraviesa un momento crucial, una vez más. ¿Cuántas oportunidades más nos seguirá dando Dios, El Universo, o quien cada uno de ustedes crea? No hay que ser desagradecidos de la bendita tierra en la que habitamos. ¿Por que empecinarnos en destruir lo que nos fue regalado? Tras décadas de populismo empobrecedor, el país enfrenta el desafío de reconstruirse sobre nuevas bases. Sin embargo, en lugar de sumar esfuerzos para salir adelante, hay quienes apuestan -políticos y sus seguidores- a que al Gobierno le vaya mal, sin comprender que, cuando el país fracasa, los primeros en sufrir son los ciudadanos de a pie, la clase baja y hasta la media.
Ser patriota no es una cuestión de ideologías ni de banderas políticas. Es entender que el bienestar nacional nos beneficia a todos. En cambio, el odio irracional hacia un Gobierno -generalmente no peronista- ha llevado a muchos a desear su caída, sin advertir que la crisis que esto provocaría recaería sobre los más vulnerables. Cuando la economía se derrumba, los más ricos encuentran la forma de resguardarse; los políticos siguen cobrando sus sueldos; los empresarios con poder ajustan sus estrategias; y los periodistas acomodados mantienen su posición, es decir, solo ellos se salvan ¿Quiénes son los verdaderos perjudicados? La mitad del país que vive en la pobreza, los trabajadores que no llegan a fin de mes, los jóvenes sin oportunidades, los jubilados olvidados, en definitiva, los fanatizados que siguen a los privilegiados.
Es alarmante ver cómo sectores políticos y mediáticos -periodistas- fogonean la idea de que todo está mal. Los mismos que durante años se beneficiaron del saqueo, la corrupción y el clientelismo ahora exigen resultados inmediatos a un Gobierno que lleva poco más de un año. No se detienen a analizar los cambios estructurales que se están produciendo ni a reconocer que, por primera vez en mucho tiempo, se está intentando modificar el sistema desde sus raíces. Prefieren criticar los modos antes que reconocer los avances en la lucha contra un modelo que solo sirvió para enriquecer a unos pocos a costa del sufrimiento de millones.
La estabilidad de un país se construye con la voluntad de todos. Se puede debatir, se puede disentir, pero lo que no se puede hacer es trabajar activamente para que a la Argentina le vaya mal. Apostar al fracaso del Gobierno es apostar al fracaso del país, de los propios compatriotas. Y eso no es otra cosa que una Traición a la Patria.
Es momento de romper con esta lógica perversa. Basta de acciones desestabilizadoras. Basta de repetir la historia de sabotear a cada gobierno no peronista. Es hora de pensar en el país, en la PATRIA y no en intereses sectoriales. Porque si Argentina sale adelante, salimos adelante todos.
TICHO para SIN CODIGO