El Riesgo Kuka: la amenaza constante que frena a la Argentina

Cuando el kirchnerismo no está en el poder hace todo lo posible para jorobarla. Lo padeció Mauricio Macri, lo enfrenta Javier Milei, pero en realidad, lo sufre todo el pueblo argentino. Vale aclarar que el kirchnerismo no es lo mismo que el peronismo republicano

Por SIN CODIGO

La democracia es alternancia. Te puede gustar o no el Gobierno de turno, pero es el elegido en las urnas. No puede ser que, cada vez que el kirchnerismo le toca no estar en el poder -solo fueron los 4 años de Macri y ahora año y medio con Milei- se dedican, por todos los medios a boicotear al Gobierno. Es inaceptable y antidemocrático.

En la Argentina existe un fenómeno político que se repite una y otra vez y que, más allá de los colores partidarios, termina perjudicando a todos los ciudadanos: el Riesgo Kuka. Lo padeció Mauricio Macri en su gestión, lo enfrenta hoy Javier Milei y, en definitiva, lo sufre el pueblo argentino.

El kirchnerismo -esa versión distorsionada del peronismo que gobernó el país durante dos décadas- ha demostrado ser poco democrático y profundamente destituyente. No soporta estar fuera del poder y, cuando le toca la oposición, despliega todas sus fuerzas para desestabilizar.

El antecedente con Macri

El Gobierno de Cambiemos arrancó con aire y expectativa en 2015. Los primeros dos años fueron relativamente estables, pero tras la elección de medio término de 2017, en la que Macri salió fortalecido, el kirchnerismo redobló su maquinaria de desgaste: movilizaciones constantes, trabas en el Congreso, conflictos sindicales y un clima de inestabilidad que escaló hasta la crisis de 2018. El Riesgo Kuka no logró voltear a Macri antes de tiempo -fue el primer Presidente no peronista que logró terminar su mandato en tiempo y forma-, pero sí erosionó las condiciones para que, en 2019, Cristina Fernández de Kirchner regresara al poder de la mano de Alberto Fernández.

La repetición con Milei

Hoy, la película vuelve a rodarse. Desde el día uno de la gestión libertaria, el kirchnerismo desplegó su estrategia de sabotaje: paros generales, operaciones mediáticas y políticas, trabas legislativas y, en pleno 2025 electoral, la aparición “casual” de audios que buscan golpear la credibilidad del Gobierno. No se trata solo de afectar a Milei, sino de desestabilizar al país entero, generando incertidumbre política, dudas económicas y desconfianza en los mercados internacionales.

El daño de un poder goloso

El problema no es solo la ambición desmedida de un sector político o de poder, sino que la democracia argentina queda rehén de un grupo que no tolera las reglas del juego. Cada dos años -elecciones-, el país queda al borde del abismo por la misma dinámica: crisis fabricadas, parálisis institucional y un clima que desalienta la participación ciudadana. Todo se paraliza por el Riesgo Kuka.

Pero hay algo más peligroso: el riesgo de que los argentinos, hastiados y descreídos, terminen por no ir a votar. Y allí, entre el cansancio y la abstención, se abre la puerta para el regreso de los mismos que llevaron al país al estancamiento, con una jefa política que carga con una condena judicial -presa- y que pretende seguir siendo una opción de futuro.

La salida: votar y decidir

Frente a este escenario, la respuesta no puede ser el desencanto. Muy por el contrario: es en las urnas donde los argentinos deben demostrar que el poder reside en la ciudadanía y no en un puñado de golosos que creen tener el derecho eterno de gobernar.

La Argentina merece salir del estancamiento, merece respirar democracia plena y elegir sin miedo. Extirpado el kirchnerismo, llegará el momento de debatir opciones entre libertarios, radicales, peronistas republicanos o cualquier otra fuerza que respete las reglas. Pero lo que no puede volver a ocurrir es que cada cambio de Gobierno se convierta en un calvario destituyente.

El Riesgo Kuka existe. Depende de los propios argentinos que ese riesgo se esfume. Ya lo vimos con Macri y lo vivimos ahora con Milei. Pero el antídoto también existe: se llama voto ciudadano. La decisión está en nuestras manos.

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