La ambición, querer perpetuarse en el poder, la corrupción, el “negocio”, la impunidad, la incapacidad de crear nuevos líderes, podrían llevar a gobernantes a implementar la llamada “candidatura testimonial” que no es otra cosa que postularse para un cargo público pero que no hay intención real de asumirlo si resulta electo
¿Por qué hablamos de “estafa ética” o simplemente de un engaño electoral?
La “estafa ética” se refiere a una situación en la que se utiliza la credibilidad o la percepción de integridad para obtener una ventaja injusta, a menudo a costa de la confianza de los demás. Es un tipo de fraude que se basa en la manipulación de la moralidad o la ética para engañar y obtener beneficios personales o corporativos.
Un determinado político, que goza de la confianza, conocimiento y aceptación de la población, se “ofrece” como candidato y gana. Pero resulta que su intención nunca fue asumir el cargo al que se postulaba, sino servir como “carnada” para obtener votos. Finalmente, terminan asumiendo otros que estaban “escondidos” o no gozaban de aceptación ciudadana. Eso es lo que pasa con una candidatura testimonial y constituye una “estafa ética” o engaño al electorado.
En Tucumán ya no sorprende que los políticos se presenten a elecciones sin ninguna intención de asumir el cargo. Lo que debería ser un escándalo democrático se ha vuelto casi una costumbre, una práctica cínica que socava la confianza ciudadana y degrada la representación política.
El gobierno provincial ya ha incurrido en este tipo de maniobra en el pasado -incluso el mismo gobernador Osvaldo Jaldo fue candidato testimonial- y, aparentemente, habría intensiones de repetir la fórmula en las elecciones del próximo 26 de octubre. A falta de un candidato convincente, sin haber cultivado liderazgos nuevos -y probos-, cercado por peronistas disidentes y libertarios que crecen al calor de Milei, el oficialismo tucumano parecería estar a punto de volver a usar la vieja receta: una candidatura testimonial. Sin embargo, las candidaturas testimoniales pueden ser vistas, por algunos políticos –inescrupulosos-, como un recurso legítimo dentro del juego político.
Para que quede bien claro y los votantes estén atentos al posible engaño, las candidaturas testimoniales son:
Engaño al electorado: Implica una falta de honestidad hacia los votantes, quienes apoyan a un candidato creyendo que asumirá el cargo si gana.
Manipulación electoral: Se utiliza la popularidad o el prestigio de una persona para conseguir votos, aunque no se tenga la intención de cumplir el mandato.
Desprecio por la representación democrática: Se desvirtúa el sentido de las elecciones, que buscan elegir representantes genuinos, no a figuras simbólicas.
¿Dónde están los nuevos liderazgos? ¿Quién prepara el futuro cuando el presente se recicla de esta forma tan burda?
TICHO para SIN CODIGO