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Una baja en el riesgo país puede impulsar el crecimiento económico, mejorar las condiciones para el financiamiento y aumentar la confianza general en la economía argentina. Sin embargo, mantener un riesgo país bajo requiere de estabilidad macroeconómica y políticas consistentes que refuercen la confianza de los mercados

El riesgo país de Argentina continuaba en franca baja este viernes, para romper el piso de los 1.000 puntos básicos por primera vez desde el 12 de agosto de 2019, luego de las PASO presidenciales de aquel año, que consagraron como ganadora a la fórmula presidencial de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, evento que produjo un histórico descalabro en las cotizaciones financieras.

El riesgo país de JP Morgan marcaba un descenso de 41 unidades para la Argentina, en los 995 puntos básicos, ante señales de un reacomodamiento económico y un alivio financiero que aleja presiones sobre próximos vencimientos de deuda. Al mismo tiempo, los bonos soberanos en dólares registraban una suba próxima al 1% en Wall Street, para revalidar sus precios más altos desde que salieron a cotizar en el mercado secundario el 10 de septiembre de 2020.

Cuando el riesgo país de Argentina está por debajo de 1.000 puntos básicos, se considera una señal positiva en términos de estabilidad económica y confianza de los inversores internacionales. Esto puede traer varias ventajas:

  1. Financiamiento más accesible y a menores tasas: Un menor riesgo país indica que los inversores perciben menos riesgo en la economía del país. Esto puede traducirse en menores tasas de interés para la deuda externa, permitiendo a Argentina obtener financiamiento a costos más bajos.
  2. Aumento de la inversión extranjera: Un riesgo país bajo suele atraer más inversión directa y de cartera, ya que mejora la percepción del país como destino confiable. Esto puede impulsar proyectos de infraestructura, inversión en sectores productivos y generación de empleo.
  3. Mayor estabilidad cambiaria: Un menor riesgo país puede contribuir a reducir la volatilidad del tipo de cambio, ya que la entrada de divisas por parte de inversores fortalece las reservas internacionales. Esto puede ayudar a estabilizar el valor del peso y reducir la inflación importada.
  4. Confianza y crecimiento económico: Un riesgo país bajo suele fortalecer la confianza de empresas y consumidores, generando un entorno más propicio para el crecimiento económico. Esto puede traducirse en mayores niveles de consumo e inversión doméstica.
  5. Reducción de presiones inflacionarias: Un entorno de menor riesgo y mayor estabilidad cambiaria puede ayudar a reducir la inflación, ya que disminuye la incertidumbre y la necesidad de ajustes de precios asociados a las devaluaciones y al riesgo financiero.
  6. Mayor margen de maniobra para la política económica: Con un riesgo país bajo, el gobierno puede tener mayor flexibilidad para implementar políticas públicas, tanto para el desarrollo social como para programas de inversión sin depender tanto de financiamiento externo a tasas elevadas.
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