La muerte del colectivo tucumano: el negocio millonario de un servicio en ruinas

Año tras año, el servicio de transporte público en Tucumán fue deteriorándose ante la decidía de las autoridades locales. El quiebre de los colectivos no es por las diferentes aplicaciones que existen para trasladarse, es al revés, esas plataformas han ido creciendo a costa del mal servicio de las diferentes líneas

Por SIN CODIGO

Por años, el transporte público de pasajeros en Tucumán se mantiene como un problema terminal. Viejo, sucio, obsoleto y cada vez más caro, el sistema de colectivos se convirtió en el símbolo más visible del fracaso entre el Estado, los empresarios y los gremios. Un triángulo perfecto donde todos ganan… menos los usuarios.

Mientras el Gobierno provincial anuncia la ampliación de subsidios por más de 10.500 millones de pesos a las empresas de colectivos, los tucumanos viajan en unidades que dan vergüenza: sin aire acondicionado en verano, sin calefacción en invierno, sin rampas para personas con discapacidad, con asientos rotos y una frecuencia que parece diseñada para la frustración.

Año tras año, los empresarios del transporte exigen más beneficios, amenazan con suspender choferes y paralizan el servicio. El gremio reacciona con paros y la historia se repite. El Estado, una vez más, cede ante el chantaje: autoriza aumentos del boleto a cambio de promesas de mejora que jamás se cumplen.

El resultado está a la vista: el boleto más caro, el peor servicio y cada vez menos pasajeros.

Subsidios millonarios, rendición pública cero

Según distintas fuentes, el sistema recibe subsidios millonarios mensuales del Estado provincial y nacional. Pero nadie rinde cuentas. No existe una página oficial donde los tucumanos puedan saber cuánto dinero reciben las empresas ni en qué se gasta. Todo se maneja con opacidad y complicidad política.

Las autoridades defienden el modelo como una forma de “sostener el empleo y garantizar el transporte público”, les encanta hablar del “Estado Presente”. Sin embargo, los usuarios pagan doble: primero con sus impuestos, y luego con un boleto cada vez más caro.

Un servicio sin futuro

El sistema está quebrado. Cada vez más tucumanos eligen dejar el colectivo por alternativas más cómodas, seguras y predecibles como Uber, Didi o los remises por aplicación. Los empresarios del transporte se quejan de esa migración, pero no parecen entender la lógica más básica de cualquier mercado: si el servicio es caro y malo, la gente se va.

El cambio que nunca llega

El debate de fondo debería ser otro: ¿vale la pena seguir subsidiando un modelo que ya no funciona? Si realmente el negocio da pérdidas, ¿por qué los empresarios no se retiran? La respuesta es simple: porque el sistema de subsidios, paros y aumentos periódicos es rentable para ellos y funcional al poder político.

Mientras tanto, el transporte público de Tucumán agoniza sin rumbo. Quizás sea hora de repensar todo: reemplazar las unidades inmensas y viejas por minibuses eléctricos modernos, transparentar el uso de los subsidios y construir un modelo sustentable, eficiente y digno.

Hasta que eso ocurra, el colectivo tucumano seguirá siendo lo que ya es: un cadáver con subsidio estatal.

COMPARTIR NOTICIAS

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *