Shigeru Ishiba dijo, este domingo, que había decidido dimitir, lo que podría dar paso a un período prolongado de parálisis política en un momento delicado para la cuarta economía más grande del mundo
Ishiba, de 68 años, instruyó a su Partido Liberal Democrático (LPD, por sus siglas en inglés) –que ha gobernado Japón durante casi toda la era de posguerra– a celebrar una elección de liderazgo de emergencia, dijo en una conferencia de prensa, y agregó que continuará en sus funciones hasta que se elija a su sucesor.
Desde que asumió el poder, hace menos de un año, Ishiba ha visto cómo su coalición gobernante perdía sus mayorías en las elecciones de ambas Cámaras del Parlamento, en medio del descontento de los votantes por el aumento del costo de vida.
Hasta este domingo, había rechazado los llamados a dimitir tras la última de esas derrotas en la votación de la Cámara Alta, en julio. En cambio, se había centrado en ultimar los detalles de un acuerdo comercial con Estados Unidos sobre los aranceles del Presidente Donald Trump, que han sacudido la industria automotriz clave de Japón y ensombrecido el débil crecimiento económico.
“Con Japón habiendo firmado el acuerdo comercial y el Presidente habiendo firmado el Decreto, hemos superado un obstáculo clave”, dijo Ishiba, con la voz entrecortada por la emoción. “Me gustaría pasar la posta a la próxima generación”, añadió el Primer Ministro.
La preocupación por la incertidumbre política provocó la semana pasada una venta masiva del yen japonés y de los bonos del Gobierno, con el rendimiento del bono a 30 años alcanzando un máximo histórico el miércoles.
La especulación sobre el destino de Ishiba se avivó con la decisión del LPD de programar una votación, para este lunes, sobre si celebrar una elección extraordinaria de liderazgo.
Koizumi y Takaichi entre los posibles sucesores
Si bien una nueva contienda por el liderazgo podría agravar los problemas de una economía, afectada por los aranceles estadounidenses, los mercados se centran más en la posibilidad de que Ishiba sea reemplazado por alguien que defienda una política fiscal y monetaria más flexible, como la veterana del LPD, Sanae Takaichi, quien ha criticado las subidas de tasas de interés del Banco de Japón.
Ishiba derrotó por poco a Takaichi en la segunda vuelta por el liderazgo del LPD el año pasado. Shinjiro Koizumi, el carismático heredero político que ha ganado protagonismo como ministro de Agricultura de Ishiba encargado de intentar frenar el alza de los precios, es otro posible sucesor.
“Dada la presión política sobre Ishiba tras las repetidas derrotas electorales del LPD, su renuncia era inevitable”, dijo Kazutaka Maeda, economista del Meiji Yasuda Research Institute.
“En cuanto a los posibles sucesores, Koizumi y Takaichi son vistos como los candidatos más probables. Aunque no se espera que Koizumi introduzca grandes cambios, la postura de Takaichi sobre la política fiscal expansiva y su enfoque cauteloso respecto a las subidas de tasas podría atraer el escrutinio de los mercados financieros”, señaló Maeda.
Como el partido no tiene mayoría en ninguna de las cámaras, no está garantizado que el próximo presidente del LPD se convierta en primer ministro.
Quien asuma el liderazgo podría optar por convocar elecciones anticipadas para buscar un mandato, según analistas. Aunque la oposición en Japón sigue fragmentada, el partido de extrema derecha y antiinmigración Sanseito logró grandes avances en las elecciones de la cámara alta de julio, llevando ideas antes marginales al centro del debate político.
Casi el 55 % de los encuestados en un sondeo de la agencia Kyodo publicado este domingo dijo que no era necesario celebrar elecciones anticipadas.
El último acto de Ishiba como primer ministro habrá sido finalizar el acuerdo comercial con Estados Unidos la semana pasada, en el que Japón se comprometió a invertir US$ 550.000 millones a cambio de menores aranceles por parte del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Con información de CNN