¿Qué sentido tiene celebrar esta jornada en lugares donde el poder ha capturado no sólo las instituciones del Estado, sino también la palabra?
Hoy se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa, una fecha clave para recordar que sin prensa libre no hay democracia posible.
Desde el año 1993, cada 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Esa fecha fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para evaluar el estado de la libre expresión a nivel mundial, la defensa a los ataques a la independencia de la prensa y de los periodistas y también para rendirles homenajes a aquellos profesionales del periodismo que perdieron la vida en el ejercicio de su trabajo.
¿Qué es la libertad de prensa?
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la libertad de prensa es el derecho que tienen todos los medios de comunicación de investigar y mantener informada a la sociedad en general sobre los hechos y acontecimientos que suceden en el día a día, sin que por ello puedan ser víctimas de censura, acoso, hostigamiento o algún tipo de coacción durante el ejercicio de su profesión.
La libertad de prensa goza de una garantía constitucional, a través de la cual, de forma totalmente libre y democrática, las personas pueden unirse para crear medios de comunicación autónomos y libres de censura.
En provincias como Tucumán, hablar de libertad de prensa sería casi un acto de resistencia. Aquí, donde el poder de turno controla dos poderes del Estado -Ejecutivo, Legislativo- y tiene una poderosa ascendencia en el Judicial, también ha logrado extender su influencia al cuarto poder: el periodismo. Un periodismo que estaría condicionado, silenciado o directamente cooptado por la pauta oficial, por el miedo o por la conveniencia.
La prensa debe ser libre para informar, pero también para opinar. El derecho a disentir no es un privilegio, es un pilar de cualquier sociedad democrática. Sin embargo, en contextos donde informar distinto o cuestionar al poder se paga con persecución, hostigamiento o censura, ejercer el periodismo se convierte en un acto de valentía. No hay libertad de prensa cuando los medios deben “alinearse” para sobrevivir. No hay periodismo cuando los comunicadores temen por su trabajo, su tranquilidad o incluso su seguridad.
En Tucumán, como en muchas otras provincias argentinas, el periodismo independiente estáría cada vez más cercado. Y sin periodistas libres, la sociedad queda a oscuras, desinformada, manipulada.
A nivel nacional, la situación no es mucho mejor. Las estadísticas sobre agresiones a periodistas, presiones políticas y judiciales a medios críticos, y concentración mediática pintan un panorama preocupante. La libertad de prensa no sólo se amenaza con censura directa, sino también con asfixia económica, judicialización de la opinión y estigmatización pública.
Autocrítica necesaria
Pero también es importante hacer una autocrítica dentro del propio oficio. Libertad de prensa no es sinónimo de impunidad para difamar. Informar con rigor, con datos, con contexto, es lo que diferencia al periodismo del panfleto. La libertad de prensa no puede ser usada como escudo para negocios encubiertos detrás de titulares incendiarios. El periodismo es una vocación, no una sociedad anónima de pauta oficial.
Hoy más que nunca necesitamos una prensa valiente, pero también honesta. Necesitamos periodistas que elijan el compromiso con la verdad antes que la comodidad del silencio o la conveniencia del sobre. Que informen y opinen, sí, pero desde la responsabilidad y el conocimiento. Que resistan, incluso cuando todo el sistema los empuje a callar.
Hoy no es un día para celebrar. Es un día para preguntarnos cuán libres somos para contar lo que pasa. Y cuántos estamos dispuestos a seguir haciéndolo, incluso cuando eso implique nadar contra la corriente.
TICHO para SIN CODIGO