Yerba Buena: la ciudad recaudadora que se olvida de invertir

La ciudad tucumana, donde viven mayoritariamente personas con un alto poder adquisitivo y goza de inversiones privadas, tiene gobernantes que su único objetivo parecería ser recaudar. Y lo más llamativo: está dentro del Pacto Fiscal, es decir, dependen del Ejecutivo provincial para pagar sueldos

Por SIN CODIGO

Yerba Buena, la ciudad más codiciada para vivir en Tucumán por su entorno natural, sus countries y barrios cerrados, es también un espejo que refleja una gestión municipal deficiente, donde la abundancia privada disimula la pobreza de infraestructura pública.

Bajo la Administración de Pablo Macchiarola, la ciudad parece más preocupada por recaudar que por brindar servicios esenciales. Las dos avenidas principales -la Presidente Perón y la Aconquija- están en condiciones aceptables, pero basta desviarse unas cuadras para encontrar la verdadera postal: calles asfaltadas plagadas de baches, y muchas otras directamente sin asfaltar, donde ni siquiera se pasa una máquina para nivelar el terreno.

En zonas donde el comercio ha crecido -sobre todo en calles paralelas a las avenidas-, en lugar de mejorar el pavimento o la iluminación, la municipalidad se ha dedicado a pintar extensos cordones amarillos en lugares donde perfectamente se podría estacionar. El objetivo parece evidente: multar. No se trata de esquinas, ochavas o accesos a garajes, sino de espacios que podrían ser utilizados por vecinos y clientes sin inconvenientes.

El mecanismo es rápido y aceitado: colocan un cepo, dejan un número de teléfono, una operadora amable informa que la multa es de $43.000 (es el caso que comentó un damnificado que le pusieron el cepo esta semana) y, en menos de 20 minutos, un inspector llega con el posnet para liberar el vehículo. Un negocio redondo para las arcas municipales, pero sin retorno visible para los vecinos.

Lo más grave es que Yerba Buena carece de estacionamientos pagos, lo que convierte la tarea de estacionar en un verdadero martirio. A esta situación se suma el olvido de los barrios más humildes, donde la falta de pavimento, alumbrado y mantenimiento es crónica.

Así, más allá de su belleza natural y la inversión de los privados, Yerba Buena se ha convertido en una ciudad recaudadora -con impuestos municipales elevados- sin devolución en servicios esenciales. Es el modelo de político que cobra pero no cumple, y que los vecinos deberán evaluar seriamente en las próximas elecciones.

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