Violencia adolescente en aumento: las autoridades deben ocuparse y tomar medidas preventivas antes de lamentar

En los últimos días, se vieron en Tucumán dos hechos de violencia que se viralizaron: una pelea de “chicas” a la salida de un boliche en Banda del Río Salí, y otra en una Escuela de Acheral, donde un adolescente fue herido con un arma blanca. También en Salta, un chico fue a la escuela con un machete donde amenazó a sus compañeros

Caso Escuela de Acheral

La violencia escolar sacudió a la Comunidad Educativa de Acheral, Tucumán. Estudiantes de quinto año de la Escuela Álvarez Condarco compartieron su preocupación y reflexionaron sobre el incidente que involucró a dos compañeros en una pelea que escaló hasta el uso de un arma blanca.

Los estudiantes manifestaron su descontento con la situación de violencia dentro de la escuela. “No hay palabras para describir lo que pasó. No debería haber violencia en la escuela”, expresó uno de los jóvenes. Aseguran que, si bien las peleas entre adolescentes son comunes, nunca habían llegado al punto de involucrar armas.

Uno de los temas centrales planteados por los jóvenes es la falta de autoridad dentro del Establecimiento Educativo. “Los docentes no se hacen cargo, deberían tener más peso en la escuela”, criticó un estudiante. También mencionaron la necesidad de mayor presencia policial en los horarios de ingreso y salida.

Los alumnos también pusieron en evidencia la preocupación por el consumo de sustancias entre los jóvenes. “Se ve en todas partes, chicos de 12 o 13 años fumando o consumiendo otras sustancias”, explicaron. Para ellos, la situación se agravó tras la pandemia, cuando “todo se aceleró” y ciertos comportamientos se normalizaron.

Caso Escuela de Salta

Un adolescente de 14 años fue detenido el pasado martes en Salta después de haber irrumpido, con un machete, en el Colegio Secundario N°5176 de Villa Esmeralda, en la capital provincial. Luego de que la situación desatara el pánico en toda la Comunidad Educativa, el joven quedó a disposición de la Justicia de Menores.

Antecedentes de violencia entre adolescentes en Tucumán

En la provincia, meses atrás, había peleas callejeras constantes entre adolescentes, usando armas blancas. Se daban a la salida de los colegios. Cuando la situación comenzó a escaparse de las manos, recién intervino el Gobierno y le dio un corte. Ahora, con los nuevos episodios violentos, si bien son “hechos aislados” como dice el gobernador Osvaldo Jaldo, hay un síntoma que debe llamar la atención de las autoridades y están obligados a intervenir. PREVER. ADELANTARSE A LOS HECHOS.

Es habitual que las autoridades minimicen los hechos o los consideran aislados, en lugar de reconocer que son síntomas de un problema más profundo. ¿Hasta cuándo se va a seguir mirando para otro lado? Un funcionario público no está para reaccionar ante las tragedias, sino para prevenirlas. Esperar a que suceda un desenlace fatal para recién ahí tomar medidas es, además de irresponsable, inadmisible.

La violencia no surge de la nada. Es el resultado de múltiples factores: descomposición social, falta de contención familiar, ausencia de límites, desinterés educativo, droga, y un Estado que no cumple su función. No se puede ignorar el contexto en el que crecen estos adolescentes, donde la agresión se ha vuelto un lenguaje cotidiano, amplificado por redes sociales y medios de comunicación que naturalizan el conflicto como un espectáculo más.

La prevención no es un concepto abstracto, sino una responsabilidad concreta. ¿Dónde están los planes de contención juvenil? ¿Dónde están las campañas de concientización en las escuelas? ¿Dónde están las políticas de seguridad que deberían evitar que los menores lleven armas a los colegios o terminen en peleas callejeras? ¿Dónde están los castigos?

Es momento de actuar antes de que sea demasiado tarde. Porque cuando un adolescente hiere a otro, cuando un joven entra a una escuela con un arma, cuando las calles se convierten en escenarios de batallas entre chicos, ya no hay margen para excusas. No se trata de hechos aislados, sino de una señal de alarma que los responsables políticos no pueden seguir ignorando.

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