La muerte de una joven de 18 años, sana, activa y con sueños en marcha, sacude al sistema de salud argentino y revela un nuevo capítulo del escándalo en torno al fentanilo contaminado que ya provocó múltiples muertes en el país. La adolescente falleció tras ser medicada con una dosis de fentanilo del lote 31202, que contenía bacterias altamente peligrosas. El caso se suma a una serie de fallecimientos e infecciones graves ocurridas en distintas provincias, que ponen en la mira los controles de calidad de laboratorios y organismos de fiscalización.
La joven había sido internada por una afección respiratoria y recibió una dosis de fentanilo como parte del tratamiento. Sin embargo, a las pocas horas su cuadro se agravó drásticamente: desarrolló neumonía, bacteriemia (infección en sangre) y finalmente murió por un shock séptico fulminante. El producto administrado correspondía a un lote fabricado por la empresa HLB Pharma y elaborado por Laboratorios Ramallo, el mismo que ya había sido vinculado a muertes en La Plata, Bahía Blanca, Santa Fe y otras ciudades.
El Instituto Malbrán confirmó que el fentanilo estaba contaminado con dos patógenos extremadamente peligrosos: Klebsiella pneumoniae productora de metalobetalactamasa (una enzima que vuelve a las bacterias resistentes a casi todos los antibióticos) y Ralstonia pickettii, una bacteria hospitalaria rara pero letal, capaz de sobrevivir en soluciones farmacéuticas y agua estéril.
Estos microorganismos ya habían sido detectados en otros pacientes y en los análisis de frascos correspondientes al mismo lote de fentanilo, lo que evidencia una falla masiva en el proceso de elaboración y control. La ANMAT prohibió de inmediato la distribución, comercialización y uso de todos los productos de fentanilo de HLB Pharma, mientras la Justicia federal investiga a la empresa por homicidio culposo, negligencia sanitaria y violaciones a las normativas de seguridad farmacológica.
Una tragedia evitable
Lo que más indigna a familiares, profesionales y especialistas es que esta tragedia era evitable. La joven fallecida no padecía enfermedades de base y estaba en pleno desarrollo de su vida: había iniciado un emprendimiento familiar y soñaba con expandirse. Su muerte no solo fue repentina, sino absurda: fue causada no por una enfermedad, sino por un medicamento contaminado administrado en el ámbito hospitalario.
No se trata de un caso aislado. Según investigaciones periodísticas y judiciales, ya son al menos nueve las muertes confirmadas y más de diez los pacientes gravemente afectados por el uso de este lote contaminado. En algunos casos, los pacientes lograron sobrevivir pero con consecuencias físicas severas y un fuerte trauma emocional.
La Justicia ya había sancionado a HLB Pharma en otras oportunidades por irregularidades. Incluso, en abril, ANMAT clausuró parte de su planta por fallas en los protocolos de higiene, control de calidad e infraestructura. Sin embargo, los productos continuaron llegando a hospitales, clínicas y sanatorios de distintas provincias.
Un llamado de alerta
Este nuevo fallecimiento reaviva las críticas hacia los organismos de control y al sistema de trazabilidad de medicamentos en Argentina. ¿Cómo llegó a manos de un médico un producto contaminado con bacterias tan letales? ¿Cuántos lotes más podrían estar en circulación sin ser detectados?
Expertos en salud pública exigen una revisión profunda del sistema de control sanitario, mayor transparencia en las auditorías a laboratorios, y una política de seguimiento más rigurosa para medicamentos críticos como el fentanilo, una sustancia de alto riesgo utilizada como analgésico en terapias intensivas y cirugías.
Mientras tanto, la familia de la joven exige justicia y una investigación exhaustiva que permita esclarecer responsabilidades. En medio del dolor, piden que su muerte no sea en vano y sirva para que se tomen medidas urgentes que eviten nuevas tragedias.
“Tenía sueños, tenía un proyecto de vida. La perdimos por una falla que no debió haber ocurrido. Hoy no queremos venganza, solo verdad y justicia”, expresó un familiar directo en declaraciones a la prensa.
En un país golpeado por crisis sanitarias y desconfianza institucional, la muerte de esta joven se convierte en símbolo de algo más grande: la necesidad urgente de cuidar la vida desde los cimientos del sistema de salud. Porque esta vez, no fue el destino. Fue el descuido.