Los delitos que le imputan conllevan una pena máxima de hasta 15 años de prisión
Este lunes arranca el juicio contra el exgobernador y exsenador de Tucumán, José Alperovich, acusado de presunto abuso sexual contra su sobrina, quien además fue su colaboradora. El Tribunal Oral número 29, bajo la dirección unipersonal del Juez Juan María Ramos Padilla, será el encargado de llevar adelante el proceso, estimándose que se extenderá entre tres y cuatro meses.
La acusación se centra en los supuestos abusos sexuales perpetrados por Alperovich contra su sobrina entre los años 2017 y 2019, tanto en sus oficinas en Tucumán como en la Ciudad de Buenos Aires. La imputación que se presentará en el juicio sostiene que el ex gobernador cometió estos actos “mediante abuso de poder y autoridad”, generando un sometimiento sexual ultrajante a la víctima.
El fiscal a cargo será Sandro Abraldes, quien sostendrá la acusación formulada en la etapa de instrucción por sus colegas Santiago Vismara y Mariela Labozzetta, titular de la fiscalía contra la violencia hacia las mujeres UFEM. Entre los 81 testigos previstos para el juicio se encuentra Juan Manzur, ex gobernador tucumano y ex jefe de Gabinete durante el gobierno de Alberto Fernández.
Cabe destacar que Alperovich había solicitado un jurado popular invocando una norma vigente en la Ciudad de Buenos Aires, pero el tribunal desestimó esta petición.
La causa comenzó en 2019, cuando su sobrina, que trabajaba como su asistente personal, lo denunció por tres hechos de abuso sexual, dos de ellos cometidos en tentativa, y seis sucesos de violencia sexual agravada por haber sido con acceso carnal. Los hechos se produjeron tanto en Tucumán como en un departamento de Puerto Madero.
La denunciante además de ser pariente de Alperovich, era amiga de una de las hijas del ex gobernador y trabajaba en el círculo más cercano al político tucumano.
“Los métodos para obtener el control de la víctima consisten en infligir el trauma psicológico de forma sistemática y repetitiva. Son técnicas organizadas de debilitamiento y desconexión. Estos métodos están pensados para causar terror e indefensión y destruir el sentido del yo de la víctima en relación con los demás. El efecto de esta técnica es convencer a la víctima de que el abusador es omnipotente, que resistirse es inútil y que su vida depende de que se gane indulgencia a través de la sumisión absoluta”, precisaron los fiscales a cargo de la causa.