¿Tienes alguna gracia especial por la cual orar y deseas obtenerla? Escribe una carta a San José y colócala sobre su corazón o a los pies de una de sus imágenes para asegurar su favor
El Padre Charbel EL ALAM, pertenece a la Orden Libanesa Maronita y está a cargo de la Iglesia Nuestro Señor del Milagro y San Marón -ubicada en calle Junín esquina Santiago del Estero- en San Miguel de Tucumán. Vale aclarar que es una Iglesia Católica, Apostólica y Romana, cuya máxima autoridad es el Papa Francisco. El P. Charbel está en la provincia desde el 27 de septiembre de 2022. Entre sus dones, se encuentra la escritura. Ha elaborado numerosos artículos religiosos y hay uno que es un regalo para todos los creyentes de la intercesión Divina: el milagroso San José. Incluso, el Sumo Pontífice le hizo un agradecimiento al P. Charbel por su escrito hacia el Santo Patriarca.
“Desde hace tiempo me intriga saber qué inspira al Papa Francisco a escribir cartas y ponerlas debajo de su querida imagen de San José Dormido, tal y como varias veces ha relatado que hace, recomendando la intercesión del glorioso protector de la Sagrada Familia y Santo Patrono de la Iglesia Universal. ¿Existen antecedentes históricos o relatos que arrojen luz sobre este Acto de Fe?”
“Durante mi investigación, me topé con un documento revelador, cuidadosamente guardado en los archivos de un monasterio. Este documento traza los orígenes de la práctica de escribir cartas y depositarlas a los pies de los santos y en especial del Glorioso Patriarca”.
“A medida que exploraba las páginas amarillentas y gastadas de este antiguo manuscrito, quedé fascinado por la profundidad del vínculo entre el Sumo Pontífice y esa devoción. El documento revela que dicha práctica no es simplemente una expresión individual de Fe, sino que tiene raíces históricas que se remontan siglos atrás”.
“Según lo que pude recopilar, la práctica de escribir cartas y depositarlas ante la imagen de la Virgen y los santos, tiene origen en la devoción popular de los grandes santos de la Iglesia. A lo largo de muchos años, se han transmitido historias y relatos sobre los favores y milagros concedidos a aquellos que recurrieron a su intercesión a través de esta práctica”.
Un ejemplo histórico se remonta al piadoso Rey Ezequías, quien, al recibir cartas del impío Rey Senaquerib, las llevó al templo y las colocó abiertas sobre el altar, como si estuviera invitando a Dios a leerlas.
El profeta Isaías le comunicó, en nombre del Señor, que sus súplicas habían sido escuchadas, tal y como nos transmiten las Sagradas Escrituras: “Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Luego subió a la Casa del Señor y Ezequías la desenrolló ante el Señor. Hizo Ezequías esta plegaria ante el Señor: “Señor, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra. ¡Tiende, Señor, tu oído y escucha; abre, Señor, tus ojos y mira! Oye las palabras con que Senaquerib ha enviado a insultar al Dios vivo. Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han exterminado las naciones y han entregado sus dioses al fuego, porque ellos no son dioses, sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra, y por eso han sido aniquilados. Ahora pues, Señor, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Señor”. Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: “Así dice el Señor, Dios de Israel: He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiria” (II Reyes 19, 14-20)”.
“La experiencia, que puede parecer simple a primera vista, está impregnada de una profunda Fe y confianza en la intercesión Divina. Al escribir sus intenciones y necesidades dirigidas a los santos, los fieles expresan sus preocupaciones, deseos y necesidades más íntimas, confiando en su sabiduría y bondad”.
“En la práctica devocional de muchas personas, se encuentra la costumbre de escribir cartas o notas dirigidas a Dios, a la Virgen María o a los santos, las cuales son depositadas luego en un altar o a los pies de una imagen venerada. Estas expresiones son llevadas sobre el corazón en momentos solemnes, encontrando eco en la fe de que Dios atiende y escucha los deseos de aquellos que oran de esta manera”.
“Las oraciones dirigidas a los santos son consideradas por Dios como dirigidas a Él mismo, y Él las escucha con prontitud y gracia. Por tanto, no debemos dudar de la efectividad de esta práctica ante los santos del cielo”.
“Este conocimiento puede ser de particular interés para los devotos de San José, quienes buscan ganar el favor de su glorioso protector. Por eso, ¿tienes alguna gracia especial por la cual orar y deseas obtenerla? Escribe una carta a San José y colócala sobre su corazón o a los pies de una de sus imágenes para asegurar su favor”.
“En los relatos de la Compañía de Jesús, se cuenta que San Ignacio de Loyola, su fundador, tenía una profunda devoción por San José. En su oratorio, tenía una imagen de este gran santo, ante la cual realizaba sus oraciones y ofrecía el santo sacrificio”.
“Era a los pies de San José donde depositaba por escrito sus dudas y dificultades más apremiantes, confiando en obtener soluciones. La constancia con la que actuaba de esta manera es prueba suficiente de que San José siempre escuchaba y respondía a las peticiones escritas de su fiel servidor”.
“La práctica del gran Santo Tomás de Aquino también es conocida: él escribía cada dificultad que encontraba en un papel y lo colocaba sobre su pecho al dirigirse a celebrar la Santa Misa. Esta simple pero poderosa costumbre le permitía regresar siempre con una mayor claridad sobre los temas que anteriormente le parecían envueltos en sombras”.
“De igual modo, el joven novicio polaco San Stanislas de Kostka, con fervor, expresó por escrito su anhelo de que su muerte coincidiera con el día de la Asunción de la Santa Virgen. Con humildad, colocó la carta sobre su corazón durante la comunión. Tras este acto de fe, recibió la revelación de que su súplica había sido escuchada. Así, el joven santo finalmente encontró su descanso en el seno de María, pocos días después, en la misma festividad de la Asunción de la Santísima Virgen”.
“No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4, 6).
Nota completa publicada en ECO CATÓLICO, Semana del 16 al 22 de junio 2024. P. Charbel EL ALAM. Orden Libanesa Maronita