La desolación que genera la economía conduce a cada vez más dirigentes oficialistas a pensar en el día después de abandonar el Gobierno; Massa saca sus últimos conejos de la galera, un grupo de funcionarios le busca trabajo a Alberto Fernández y La Cámpora defiende lo que antes criticaba; Juntos por el Cambio analiza el ajedrez para que medidas clave de un eventual gobierno pasen el filtro de la Justicia.
Los dirigentes kirchneristas comenzaron a experimentar desolación por su futuro político de corto plazo a nivel nacional, a tal punto que hablan cada vez menos de sus posibilidades cercanas y piensan más en el día después de terminar el Gobierno. Son sentimientos inspirados en el reconocimiento de que no se podrá mejorar la situación económica en el tiempo que les queda. La sensación derrama desde la cúspide.
Cristina Kirchner recondujo sus conversaciones en privado con exclusividad a su agenda del lawfare. Se la escuchó amable y agradecida hablando de esos temas en la cena que mantuvo hace dos martes con exjefes de Estado de Latinoamérica. La vicepresidenta, que en otro momento se encendía en las discusiones sobre economía, esquivó la materia. Algunos creen ver en ese viraje un intento por empezar a hablar de su legado y abandonar un presente que considera perdido.
En Casa Rosada, un grupo de funcionarios todavía fieles a Alberto Fernández le está buscando trabajo para el momento en el que sea un expresidente. La primera piedra la tiró Juan Grabois. Tenía otro objetivo, pero sin querer instaló la idea.
A pocos meses que sus peores secretos los condenen socialmente mueven sus últimas piezas para caer no como un gato, si no , como un leopardo , más que bien parados.