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Según el Jefe de Policía de Tucumán, Joaquín Girvau, “los delincuentes nacen y mueren delincuentes”. Con esa teoría estamos “en el horno”

El debate sobre si los delincuentes “nacen o se hacen” ha sido objeto de discusión durante mucho tiempo en criminología, psicología y sociología. Hay dos enfoques principales:

Perspectiva BIOLÓGICA/GENÉTICA. Algunos estudios sugieren que ciertos individuos pueden tener predisposiciones genéticas o biológicas que los hacen más propensos a conductas antisociales o criminales. Factores como desequilibrios químicos en el cerebro, problemas neurológicos o, incluso, la herencia de rasgos de personalidad como la impulsividad pueden influir.

Perspectiva AMBIENTAL/SOCIAL. Esta perspectiva sostiene que los delincuentes se hacen a partir de sus circunstancias. Factores como la pobreza, el entorno familiar, la falta de educación, el abuso, la exclusión social y la exposición a modelos negativos influyen en la formación de comportamientos delictivos.

A priori, esta última perspectiva parece influenciar en la “formación” de delincuentes en Tucumán. Una provincia dentro de las más pobres del país, con un bajo o mediocre nivel de educación, bajo acceso a la salud, al agua potable, cloacas, deteriorada infraestructura. Un Ejecutivo, Legislativo y Judicial muy cuestionados, con sistemas de control inexistentes o cooptados por el oficialismo.

En realidad, la mayoría de los expertos concuerda en que no es una cuestión de “nacer o hacerse”, sino de una interacción entre factores biológicos y ambientales. Es decir, ciertas personas pueden tener una predisposición genética, pero su entorno y experiencias de vida también juegan un papel crucial en si desarrollan o no conductas delictivas.

Reducir la delincuencia es un desafío complejo que requiere un enfoque integral y multidimensional. No se trata solo de “levantar” de las calles “presuntos delincuentes” y llenar las cárceles de ellos. Si solo se hace eso, no habrá espacio físico para “guardar” delincuentes. Hay que encarcelar pero, también, idear un plan integral de mejoras en Tucumán para que, en unos años, los índices delictivos puedan disminuir -pero porque la gente delinque menos y no porque hay más gente en las cárceles-. Aquí algunas estrategias clave que han demostrado ser efectivas:

Mejorar la educación y oportunidades económicas: Las personas en situaciones de pobreza o exclusión social son más propensas a caer en actividades delictivas. Proporcionar acceso a educación de calidad, formación profesional y oportunidades de empleo puede ayudar a reducir el incentivo de recurrir al crimen.
Fortalecer la presencia policial comunitaria: La policía debe estar más integrada en las comunidades, promoviendo una relación de confianza con los residentes. La presencia de policías en el terreno, con una orientación de prevención más que de represión, puede disuadir el crimen y mejorar la cooperación ciudadana.
Programas de rehabilitación y reinserción: Es importante tener programas eficaces para ayudar a los delincuentes a rehabilitarse y reinsertarse en la sociedad. Esto incluye apoyo psicológico, educación y oportunidades laborales, para que las personas que han cometido delitos no reincidan.
Inversión en infraestructuras y espacios públicos seguros: Ciudades bien diseñadas y mantenidas pueden desalentar el crimen. Iluminación adecuada, espacios públicos activos, cámaras de seguridad y sistemas de transporte accesibles contribuyen a mejorar la seguridad.
Prevención temprana: Identificar y apoyar a jóvenes en riesgo de caer en actividades delictivas mediante programas de intervención social, apoyo familiar, mentoría y actividades extracurriculares puede ser fundamental para evitar que entren en el mundo del crimen.
Fortalecer el Sistema de Justicia: Un sistema de Justicia eficaz, rápido y justo puede disuadir el crimen. Esto incluye garantizar que los delincuentes enfrenten consecuencias legales proporcionadas, pero también que los procesos judiciales sean justos y transparentes.
Combatir las causas estructurales: Factores como la desigualdad, la discriminación y la marginación pueden alimentar la delincuencia. Las políticas públicas orientadas a reducir estas disparidades son fundamentales para abordar las causas profundas de la delincuencia.

En resumen, reducir la delincuencia requiere tanto políticas de prevención a largo plazo como intervenciones inmediatas, todas coordinadas entre Gobierno, fuerzas del orden, comunidades y organizaciones sociales.

TICHO para Sin Codigo

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