Dice el refrán: “Mi suegra es experta en encontrar problemas donde no los hay… y en solucionarlos con consejos que no pedí”. Ya lo decía el Papa Francisco: “La lengua es uno de los pecados de las suegras”
Por SIN CODIGO
Dicen que el amor de madre no se compara con nada. Y eso está muy bien… hasta que tu hijo se casa y vos, como madre, pasás automáticamente al Departamento de Suegras, esa zona gris donde el cariño se mezcla con el control remoto del televisor, las recetas de la abuela, y una mirada que dice: “mi hijo estaba mejor con la ex”.
Las estadísticas -no científicas- pero que está en la calle
Según una encuesta cuando se habla con amigos, el 73% de las personas ama a su suegra… pero de lejos, mientras que el 27% restante ya bloqueó su número de WhatsApp.
Y si hablamos de mujeres, 8 de cada 10 nueras sienten que su suegra las mira con cara de “¿vos vas a cuidar a mi hijo? Mirá que a él no le gusta la cebolla así…”, aunque nunca lo diga en voz alta (pero sí en pasivo-agresivo).
Nueras vs. Suegras: un clásico argentino
La guerra fría entre nueras y suegras se juega en pequeños detalles: La temperatura del aire acondicionado; Cómo se corta la milanesa; A qué hora se acuestan los chicos; Y el inolvidable: “yo a tu edad ya tenía dos hijos, una casa propia y hacía pastel de papa con tres capas”.
Detrás de cada suegra crítica, hay una mujer convencida de que nadie va a cuidar a su hijo como ella, y detrás de cada nuera hay una mujer que piensa “si tanto lo querías, hubieras seguido durmiendo con él”.
Los yernos y el síndrome del “banco de suplentes”
Para muchos hombres, la relación con la suegra es una tragicomedia: Te abraza fuerte, pero después dice “me gustaba más el otro que salía con mi hija”; Te invita a almorzar, pero opina sobre tu trabajo, tus gustos y hasta tu manera de estornudar; Sonríe cuando llegás, pero te quiere mandar a cortar el pasto.
La suegra es como una app del celular que no podés borrar.
Algunas historias contadas sobre las suegras: “Mi suegra me llama todos los domingos para saber qué vamos a almorzar. Yo digo ‘fideos’ y ella responde ‘con lo que gana mi hijo, ustedes podrían comer mejor”. O el típico comentario de la suegra: “No es que la chica me caiga mal. Pero lo noto… mi hijo está más flaco, más ojeroso, y el perro ya no me ladra como antes. Algo cambió.”
¿Y vos de qué lado estás?
En esta guerra sin armas, donde las trincheras son los domingos de asado y los cumpleaños familiares, las suegras siguen reinando en el corazón de la polémica nacional.
Algunas son adorables y otras, una mezcla de fiscal federal y directora técnica del matrimonio. Y muchas, ambas cosas al mismo tiempo.
Así que si tenés una suegra que te hace bizcochuelos, agradecé. Y si tenés una que te llama cada dos horas, bloqueá con cariño.
Porque en el fondo, toda suegra es una madre que no se resigna a soltar del todo. Y toda nuera o yerno… solo quiere vivir en paz.