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Subestimar al pueblo es el peor error que un político puede cometer

Rebelión es el levantamiento contra una autoridad o un gobierno, en especial cuando se realiza con el fin de derrocarlo y sustituirlo por otro.

En Argentina, lo más parecido a una rebelión, últimamente, fue en el año 2001, cuando el Presidente de la Nación, Fernando De La Rúa, debió abandonar el poder. Pasaron poco más de 21 años de aquel triste episodio y, los políticos, lejos de aprender siguieron aplicando la mala praxis en cada acto o decisión de gobierno. Muchos de ellos siguieron ejerciendo su “servicio al pueblo”, a pesar de que la consigna era “que se vayan todos”. Los que actualmente no están es porque fallecieron.

Hoy, el país en general, y Tucumán en particular, están pasando por unas características políticas y económicas muy similares a aquel 2001, a las que habría que sumar algo que no era tan fuerte en esa época: la inseguridad y la droga. Sin embargo, llama la atención la “pasividad” de la gente. Y ahí viene el error del político, “subestimar el humor social”. Quizás no son tiempos de rebelión violenta, pero existe otro tipo de rebelión, y probablemente los candidatos “eternos” de la provincia no la están considerando: LA DE LAS URNAS.

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Esta supuesta falta de reacción de la población ante el desastre en que se vive, desde cualquier punto de vista que se quiera abordar, que ni los psicólogos pueden explicar, no vaya a ser que sea “la calma que antecede a la tempestad”.

Se dice que la paciencia tiene un límite, y en Tucumán, el límite es el próximo 14 de mayo.

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