La gestión de Domingo Amaya al frente del Ente Tucumán Turismo (ETT) está pasando sin pena y sin gloria. La provincia tiene todo. Lo que falta no es naturaleza. Falta gestión. Falta visión. Falta entender que el turismo puede transformar a Tucumán… si alguien se anima a pulir el diamante
Por SIN CODIGO
El turismo es mucho más que postales lindas y fines de semana largos. En el mundo moderno es una de las principales fuentes de ingresos genuinos para ciudades y provincias: genera trabajo, mueve la economía local, atrae inversiones y posiciona a los destinos a nivel nacional e internacional. Es, como se la define desde hace décadas, una gran industria sin chimeneas.
Tucumán, paradójicamente, posee todo para ser una potencia turística y, sin embargo, sigue funcionando como un destino subexplotado, improvisado y sin un plan serio a largo plazo.
Durante años, el turismo fue subestimado o directamente ignorado por la dirigencia política tucumana. Y eso se paga caro: menos ingresos, menos empleo, menos desarrollo y una provincia que sigue siendo, para muchos visitantes, apenas un lugar de paso.
Una provincia con todo… menos visión
Tucumán tiene bellezas naturales en abundancia: montañas, ríos, lagos, pesca, aguas termales, y lugares de aventura. Lugares como Tafí del Valle, El Mollar, Amaicha del Valle, Colalao del Valle, San Javier, Villa Nougués, El Cadillal, la Quebrada de Lules, Río Nío, El Timbó, el dique Escaba en Alberdi o las aguas termales de Taco Ralo son apenas algunos ejemplos.
Amaicha del Valle, por ejemplo, posee un clima ideal para el turismo de salud. Los Valles Calchaquíes no se agotan en Tafí del Valle. El Cadillal podría ser un verdadero polo turístico, gastronómico y hotelero, y no solo un punto de reunión dominical con escasa infraestructura y poca planificación. Tucumán tiene el diamante, pero sigue mostrándolo en bruto.
Funcionarios sin especialización, resultados previsibles
El principal problema no es la falta de recursos naturales, sino la ausencia de visión política y de funcionarios idóneos. El turismo no puede ser administrado por improvisados ni por dirigentes que lo reducen a festivales folclóricos, eventos deportivos aislados o congresos esporádicos.
La gestión actual del Ente Tucumán Turismo, con Domingo Amaya a la cabeza, exhibe una mirada limitada y conformista. Su conocimiento del turismo es, para muchos observadores, tan distante del área como el del presidente Javier Milei respecto de la medicina. Los resultados están a la vista: acciones aisladas, cero planificación estructural y ninguna estrategia seria de posicionamiento.
Mostrar estadísticas de ocupación hotelera no es hacer política turística. Muchas de esas cifras ocurren por inercia, no por campañas inteligentes ni por una marca provincial sólida.
El momento histórico que se está desperdiciando
La apertura política y económica impulsada por la Administración Nacional de Javier Milei, con mayor previsibilidad y apertura de mercados, genera una oportunidad histórica para atraer inversiones. Este es el momento para pensar en nuevos hoteles, mejor infraestructura vial, rutas seguras y modernas, iluminación, transporte público eficiente, servicios básicos de calidad y conectividad.
La remodelación del Aeropuerto local, financiada por Nación, es una oportunidad clave. Pero no alcanza con una terminal moderna si no se buscan nuevas rutas aéreas: más conexiones con otras provincias como Rosario, el sur del país y países limítrofes. Sin conectividad, no hay turismo competitivo.
Infraestructura: la deuda eterna
Muchos de los principales atractivos turísticos de Tucumán carecen de lo básico: agua potable, caminos en condiciones, señalización, servicios, seguridad y planificación urbana. San Javier, Villa Nougués y El Cadillal tienen un potencial enorme, pero siguen siendo zonas pobres en infraestructura turística.
Poner plata en estos lugares no es un gasto, es una inversión que se multiplica en empleo, consumo y desarrollo local.
Comparaciones que duelen
Mientras Tucumán improvisa, provincias como Salta, Córdoba o Mendoza planifican. Salta nos lleva años luz en posicionamiento turístico, marketing, conectividad e infraestructura. Córdoba y Mendoza entendieron hace tiempo que el turismo no es folklore ocasional: es política de Estado.
La pregunta es inevitable: ¿Al gobernador Osvaldo Jaldo le interesa realmente posicionar a Tucumán como un destino turístico nacional e internacional o se conforma con que siga siendo solo una escala transitoria?
Una oportunidad que sigue esperando
Tucumán no puede seguir siendo únicamente la Casa Histórica en las vacaciones de invierno. Tiene potencial para ser disfrutada todo el año, por argentinos y extranjeros, si existe decisión política, profesionales capacitados y una estrategia seria.
Tal vez haga falta un cambio de signo político o, al menos, un cambio profundo de mentalidad para entender que el turismo no es un acto cultural aislado, sino una herramienta central de desarrollo.
