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Maxim Kuzmínov se fue a combatir en Ucrania. Ahora apareció muerto de seis balazos en un pueblo de Alicante

El cadáver que el 13 de febrero horrorizó a los vecinos de La Cala de La Villa Joiosa de Alicante, tenía seis balazos. Cinco en el pecho y uno en la cabeza. Estaba tendido sobre la rampa del estacionamiento del residencial Cala Alta y había sido atropellado por su propio auto, en el que habrían escapado los asesinos. Horas después, el coche apareció calcinado en El Campello, a 17 kilómetros del residencial Cala Alta.

Según los documentos hallados con el cuerpo, la víctima era un ucraniano de 33 años. Se supo luego que, en realidad, las huellas dactilares correspondían a Maxim Kuzmínov, piloto del 319 regimiento de helicópteros de la Fuerza Aérea Rusa, que en agosto del año pasado desertó a Ucrania. Desde entonces, Rusia lo consideraba “un traidor criminal”.

Al conocerse la muerte en prisión del opositor ruso Alexei Navalny, que según el Kremlin fue súbita, el Ministerio de Asuntos Exteriores español convocó al embajador ruso en Madrid. España desaprueba que Vladimir Putin esquive aclarar la muerte de uno de sus mayores enemigos.

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Se había graduado en la Escuela de Aviación de Sizran, en el sur de Rusia. Desde que su país invadió Ucrania, en febrero de 2022, había participado en operaciones de transporte de personal militar o de carga. Nunca en bombardeos.

El 9 de agosto del año pasado, Kuzminov, mientras cumplía una misión cerca de la frontera entre Rusia y Ucrania junto a dos compañeros que no estaban al tanto de su plan, Kuzmínov comenzó a volar a muy baja altura. Silenció la radio y cruzó la frontera. Aterrizó en la ciudad ucraniana de Járkov, donde lo recibieron con los brazos abiertos y asesinaron a sus dos compañeros. Al aterrizar en suelo ucraniano, los que viajaban con él no quisieron rendirse e intentaron huir.

Ucrania lo veneró como a un héroe y convirtió su testimonio en propaganda. Kuzmínov no rehuyó a los flashes. “No quiero ser cómplice de los crímenes rusos”, dijo.

Contó que lloró cuando se enteró de la invasión rusa en Ucrania y que el gobierno de Volodimir Zelenski le ofreció dinero, una nueva identidad y protección.

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“Intentaba entender lo que estaba haciendo mi país. Y todo lo que vi fue maldad, horror y crimen. No quería formar parte de ello”, señaló ante las cámaras.

Alentó a otros pilotos rusos que siguieran sus pasos. Y añadió que sus padres lo habían acompañado en la decisión y que estaban también protegidos en Ucrania.

Se permitió soñar con que, tal vez, se mudaría con sus papás a algún otro país europeo. Y hasta se había animado a invitar a una ex novia para que lo visitara y disfrutara con él de su nueva vida. Y ahora, lo asesinaron, con amplias sospechas que podría haber sido el Klemlin.

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