El Boca de Riquelme no levanta cabeza: empató de manera agónica con Racing en la Bombonera y extendió su racha sin victorias

¡Doce partidos sin poder ganar! y los hinchas demostraron su enojo

Boca jugó su partido contra Racing. Y el resultado, al margen del 1-1 dejó la sensación de un conjunto que dio algo (muy poco, pero algo) más de lo que venía mostrando. Y que al menos lo pudo dejar reflejado con el agónico empate de Milton Giménez que salvó una derrota que pudo haber sido letal.

Si es que no lo fue, porque la realidad es que el hecho de no haber conseguido la victoria implicó llegar a los 12 partidos (récord histórico) sin sumar de a tres, ocho de ellos bajo la responsabilidad de Miguel Ángel Russo. Un ciclo que a esta altura no tiene un rumbo definido ni el futuro asegurado, pero cuyas marcas registradas se adivinan desde la poca intención de revolucionar desde la innovación. Si no, no se explica a esta altura por decisiones como la de la titularidad de Edinson Cavani, como ejemplo de una realidad que a Boca no lo está ayudando a dejar atrás su crisis.

Por ese contexto tan particular es que resulta complejo abstraer el análisis de lo que fueron los 90 minutos a partir de la inferioridad manifiesta de un conjunto de voluntades contra un equipo que -aún con sus altibajos- sí tiene carácter de tal. Es que este Boca fue la voluntad de unos pocos que encima no dan la talla (Barinaga, Braida, Aguirre), más la impotencia de los que deberían dar soluciones y no lo logran (CavaniVelasco y hasta Merentiel), que por la buena tarde de los centrales (Battaglia y sobre todo Pellegrino y también del arquero Marchesin) no arrancó antes en desventaja. Y que a partir de la pegada de su nuevo hombre insignia (Leandro Paredes) y la precisión de ese centro final que encontró la cabeza y el resurgimiento goleador de Milton, encontró un empate que resultó lo más justo para el trámite del clásico.

Es que si bien el trámite no tuvo un dominio arrollador de la visita, el aplomo con que jugó -a partir de la claridad que tiene Juan Nardoni como eje central- lo llevó a generar las jugadas de peligro más importantes del primer tiempo. Alternadamente, se sucedieron filtraciones en el área xeneize y espacios para remates desde afuera, todo surgido de la movilidad de sus tres delanteros y la prolijidad de los volantes. Nada fue, sin embargo, tan peligroso como para hablar de injusticia.

Boca, en tanto, no sustentaba en juego su obligación de ganar, aunque avanzaba con recetas clásicas: juego por afuera, centros y algún intento individual que desembocaba en faltas cerca del área. Ahí sí que puede haber un punto a considerar como importante para lo que viene, porque la pegada de Paredes sí que es peligrosa, y generaron peligro por peso propio, mucho antes incluso del gol del empate.

El clímax de la tarde, sin embargo, llegó promediando esa segunda parte. Primero, con el gol que se perdió Cavani abajo del arco libre. Sí, otra vez. Un rato antes, Merentiel había definido al bulto un mano a mano de los que no falla. Y un rato después (ya sin el Matador en cancha), otro por dudar y en el intento por eludir a un despierto Cambeses. Claro, enseguida llegaría el gol de Santiago Solari.

Y con el 0-1, los fantasmas, la desazón y la certeza de que la noche sería larga y con consecuencias. Pero no lo fue porque, casi insospechadamente, el partido terminó como empezó. Y así está Boca, en automático, un modo peligroso en este caso porque no se programó en las buenas, sino en las bastante malas. Tanto que se está acostumbrando a vivir sin victorias: una racha que nadie sabe cuándo terminará, pero que hoy avanzó una casilla. Y llegó a la número 12.

Con información de Gonzalo Suli

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