El petróleo nuevamente tiñe de negro y sin piedad a la verde provincia de Esmeraldas, en el Norte de Ecuador
Un derrame de petróleo, de proporciones históricas, ha obligado al Gobierno a declarar en emergencia a esta provincia que, desde hace años atrás, sufre los estragos de la desigualdad y la criminalidad.
Un derrame de 25.000 barriles de petróleo, que se originó en marzo tras la rotura de un tramo del Oleoducto Transecuatoriano, en la localidad de Quinindé, está dejando una enorme huella ambiental que será difícil de borrar en el corto plazo.
“Primera vez en la vida veo algo de esta magnitud. Algo que dije: ‘Dios mío no sé qué pasa’. No entendía ver el agua totalmente oscura, negra, era solo crudo”, relata Celso Nazareno, un agricultor de 50 años que perdió sus cultivos. Dice que no puede sembrar sandía, melón o maíz.
“Vivimos de la agricultura aquí y me impacta mucho porque lógicamente ahora no sabemos que hacer, no tenemos cómo fumigar, cómo mantener”, afirma Nazareno.
El derrame se extendió a lo largo de 86 kilómetros por los ríos Caple, Viche y Esmeraldas, de acuerdo con el cálculo del Ministerio de Ambiente. La gran mancha negra devoró peces y vegetación dejando una imagen desoladora a sus pobladores.
“Veo mucha gente que se está quejando, que está sufriendo, gente que no tiene como consumir agua, niños pequeños con secuelas de este derrame de crudo y es muy doloroso”, comenta Nazareno mientras mira con preocupación el estado de Río Viche.
La peor catástrofe ambiental en 30 años
A contrarreloj, y en medio de fuertes olores y altas temperaturas, decenas de trabajadores y maquinaria limpian con químicos y absorbentes al menos tres ríos contaminados. El crudo se reduce a gotas más pequeñas y se emulsiona con el agua. La mancha negra se convierte en una mancha de grasa que da cuenta de que por ahí pasó el derrame.
“No sabemos cuándo en este río volverán a haber peces, camarones de río. Cuando la flora, la fauna de la riberas de los ríos vuelva a ser la misma”, precisa.
Aunque los especialistas están haciendo esfuerzos por limpiar los ríos afectados, observamos cómo en la orilla la situación cambia porque es ahí donde el petróleo se está acumulando, penetrando en la tierra y afectando la vegetación local. La ONU calcula que 113.000 personas resultaron afectadas.
Afectaciones en la piel, mareos y náuseas
Los pobladores de Viche llegan hasta una brigada de salud para solicitar a los médicos una evaluación, pues presentan una serie de síntomas que asocian al ambiente contaminado.
Karen Vélez, madre de dos hijos, dice que los envió a otra ciudad para que no sufran el impacto directo del derrame.
“Nos sentimos preocupados por el olor porque es muy fuerte, sentimos mareo, náuseas”, se queja.
Otros padres llevan a sus hijos con problemas gastrointestinales y erupciones en el cuerpo. Jorge González señala que, si para él es fuerte sentir los efectos del crudo, es aún peor para los más pequeños.
“Se ha sentido mareos, vómitos, enfermedades al estómago, a los niños también muy fuerte”, precisa.
Bryan Miranda, médico de la brigada, nos dice que atiende entre 55 y 100 pacientes diarios. Lleva un registro donde apunta los nombres de los pobladores y receta a cada uno cremas, pastillas y jarabes.
“Se recomienda hervir el agua, no la usen ni para bañarse”, les advierte.
A eso se suma la escasez de agua potable porque el servicio está restringido en algunos lugares, los habitantes tienen que recoger agua en recipientes y esperar a que un tanquero llegue al lugar para cargar sus contenedores. Cocinar, asearse o lavar ropa está volviéndose más difícil para la gente.