Esta es la segunda epidemia consecutiva (2023-2024) y si no se toman medidas, a fin de año se producirá la misma situación actual
Los funcionarios de Salud están prendiendo velas a todos los santos para que llegue el frío y, de esa manera, bajen los contagios del dengue. Se habló mucho del mosquito, dónde viven, se reproducen y pican. Como en la época de la pandemia por Covid, hoy los ciudadanos son especialistas en mosquitos.
No se discute si actualmente el mosquito es más agresivo o no, si hace más calor o si llueve o no. Lo que sí hay que plantear es que, con la epidemia del año pasado, se deberían haber previsto muchas cosas para evitar la actual explosión de casos.
Para prevenir el dengue, hay responsabilidades compartidas: por un lado el ciudadano y por el otro el gobierno. La gente sabe (y si no lo sabe, hay que hacer campañas de educación) cómo cuidar su metro cuadrado, es decir, el lugar donde vive: descacharreo, no tener recipientes con agua acumulada, usar repelentes, etcétera. El gobierno, debe prever y ayudar al descacharreo (durante todo el año), fumigar, enseñar, y algo importante: trabajar con los gobiernos locales para erradicar basurales, evitar las aguas servidas y estancadas en la vía pública, cortar los yuyos de plazas y parques. Además, tener los servicios de salud preparados para la contingencia.
La vacuna es un tema importante pero no es imprescindible, al menos no ahora. Un trabajo del gobierno coordinado, constante, y en equipo, en cercanía con la gente; mejorando las condiciones de vivienda de los ciudadanos y del entorno donde viven, no hará desaparecer el mosquito pero sí bajar sustancialmente los contagios y la mortalidad.
TICHO para Sin Codigo Tucumán