Qué se sabe sobre sus efectos y cuál es la situación de América Latina y en Tucumán en particular
Son partículas 30 veces más pequeñas que el cabello de una persona. Pueden tener un diámetro de 2.5 micrómetros o menos. Por eso, se llaman “material particulado 2,5″ (PM2,5) y se clasifican entre los contaminantes más letales que puede haber en el aire.
Provienen de las emisiones del funcionamiento de automóviles, camiones, fábricas, quema de madera y otras actividades. Si las personas se exponen al aire contaminado con las partículas PM2,5, aumentan los riesgos de tener diferentes enfermedades.
Porque esas partículas pueden penetrar profundamente en los pulmones y provocar empeoramiento del asma, infartos, ataques cerebrovasculares y muertes prematuras. Sin embargo, aún no existe un monitoreo global de este contaminante.
Qué son las partículas PM2,5 y cómo afectan la salud
Con respecto a las partículas PM2,5, “se trata del tipo de contaminación atmosférica más perjudicial: respirarla durante unas pocas horas o días es nocivo, y la exposición durante meses o años es especialmente peligrosa”, según la Comisión “Nuestro Aire en Común”, que está copresidida por Helen Clark, ex Primera Ministra de Nueva Zelanda, y la doctora Soumya Swaminathan, ex jefa científica de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pueden entrar en el torrente sanguíneo y ser transportadas por todo el cuerpo. Se pueden alojar en el corazón, el cerebro y otros órganos.
“El material particulado PM2,5 se asocian a múltiples causas de muerte -como las cardiopatías coronarias, el cáncer de pulmón, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la neumonía-, así como a enfermedades cardiovasculares y respiratorias, incluido el asma”.
Los niños, las personas que cursan un embarazo, las personas mayores y las personas con enfermedades cardíacas y pulmonares “son especialmente vulnerables”, advierten.
Por qué se propone un monitoreo global de PM2,5
Los efectos de PM2,5 en la salud de la población son múltiples, y se pueden reducir. Por eso, la Comisión “Nuestro aire en común” alertó aún no existe una base de datos única, autorizada, exhaustiva, que sea actualizada periódicamente dar los niveles nacionales recientes de contaminación atmosférica en todo el mundo.
“Se necesita un sistema de seguimiento de la contaminación atmosférica que combine las técnicas de datos existentes y las nuevas de manera que se colmen las lagunas existentes en la información sobre la calidad del aire a escala mundial”, aclararon.
Qué pasa con la calidad del aire en América Latina
En la Argentina “se carece de medidores calibrados de PM2,5, pero tiene capacidad de modelación y análisis satelital. Pero no tiene suficiente gente para el monitoreo. Se necesita una estación de referencia y asociar equipos de bajo costo. La Argentina es de uno de los países más atrasados en cuanto a monitoreo. Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Brasil tienen una red de monitoreo mucho más densa”.
Rosana Abrutzky, magister en Gestión Ambiental e investigadora del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires, realizó un trabajo comparativo de 9 ciudades de América Latina: Bogotá, Buenos Aires, Ciudad de Guatemala, Lima, Ciudad de México, Montevideo, Quito, Santiago, y San Pablo.
“Solamente 5 de las 9 ciudades contaban con series largas de datos diarios de PM2.5. En la Argentina, no existe una institución pública que mida de manera continua la contaminación por PM2,5. La Ciudad de Buenos Aires tiene un monitoreo robusto para otros compuestos. Pero le falta el monitoreo de PM2,5.
En otras ciudades del país se intenta implementar mediciones con equipos de bajo costo para garantizar mediciones confiables. En particular, en la provincia de Tucumán se está realizando un avance muy importante en ese sentido”, dijo la investigadora, que publicó el estudio en la revista International Journal of Public Health.
“Cualquier iniciativa de política pública que resulte en una reducción de las concentraciones de tóxicos en el aire puede redundar en beneficios para la salud”, cerró Abrutzky.
Con información de Valeria Román, Infobae