Por intereses personales, políticos-electorales, o simplemente por cuestiones institucionales, se juntan como en una bolsa de gatos, ¡ah! pero sonrientes para la foto
La política, dicen, es “el arte de lo posible”, y vaya si lo es. Es capaz de juntar el agua y el aceite, de transformar al enemigo en el mejor confidente o viceversa. Para Max Weber, “quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder por el poder, para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere“.
Para el sociólogo y politólogo alemán, la actividad política debe estar guiada por el idealismo y, al mismo tiempo, por el frío cálculo de posibilidades más o menos maquiavélico. En ese sentido lo que Weber llama, muy poco caritativamente, “demagogia” y lo que ahora llamamos (con más delicadeza) “relato” son una parte tan integral de la política democrática que, en su opinión, las profesiones con mejor disposición para la política son la abogacía y el periodismo.
Hoy, el éxito político requiere un cierto equilibrio entre la psicopatía (la falta de empatía) y la salud ética y emocional. Vista la crueldad que se dispensa entre los partícipes de la vocación política, pareciera que la crueldad sigue siendo necesaria para mantenerse en el poder.
La ética y el líder político nada tienen que ver con la ética y el hombre común. Los políticos hacen cosas que el común de los mortales no entiende, no le entra en la cabeza. La mayoría de las personas normales no son capaces de sobrevivir emocionalmente ante actos o decisiones que toman los políticos, sin enloquecer o embrutecerse.
Ejemplos de actos o acciones que realizan los políticos y la gente normal no entiende hay de sobras. Solo por citar uno: Pablo Yedlin, que está en vereda diferente a Osvaldo Jaldo, se lo vio en Casa de Gobierno junto a diputados nacionales –la mayoría anti Milei– sonriendo todos juntos al gobernador tucumano. Y así hay ejemplos cada día, tanto a nivel local como nacional.
Quizás por eso, Javier Milei “pega” en los jóvenes. El Presidente es políticamente incorrecto. No la “caretea”. Te dice las cosas en la cara. Cero hipocresía. ¿Eso es bueno o malo?. Por ahora a Milei le resulta. La política debería sacarse las máscaras y ser más genuina. Eso no quita las relaciones institucionales que deben existir. Pero la gente está asqueada de las mentiras, las roscas, y la hipocresía.
Todos saben que los políticos son capaces de vender a la madre por mantener el poder. Aunque todo es finito, se acaba. Un buen día, todo se esfuma por un abuso sexual.
TICHO, Sin Codigo Tucumán