Los argumentos a favor apuntan a evitar las distracciones en clase y alentar la socialización. Pero para algunos especialistas, la medida aísla a la escuela del mundo actual
Decisiones como la del Gobierno de CABA, o incluso de una escuela en Yerba Buena -Tucumán- de restringir el uso del celular en las aulas, reabrió el debate sobre los efectos de los dispositivos y su utilidad (o no) en el aula. En la discusión se entrecruzan argumentos vinculados con la salud, con el aprendizaje y con la socialización: es decir, con el desarrollo integral y el bienestar de los chicos.
En el caso de CABA, la resolución establece “regular la utilización de dispositivos digitales personales en establecimientos educativos de la Ciudad de Buenos Aires durante el horario escolar”. En el anexo, la resolución aclara que en las escuelas primarias y los jardines de infantes los estudiantes no pueden usar celulares durante las clases ni en los recreos. La norma es menos restrictiva para la secundaria: se plantea que los teléfonos deben estar guardados durante las horas de clase “excepto en las actividades pedagógicas planificadas”.
En primaria, solo 3 de cada 10 familias (31,5%) afirman que los chicos tienen teléfono propio, mientras que la cifra asciende a 9 de cada 10 en secundaria (90,2%), según una encuesta que realizó en julio la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa (UEICEE) a una muestra –no representativa– de 1911 familias. Entre quienes tienen celular, casi 7 de cada 10 lo llevan a la escuela (67,2%), pero la cifra aumenta entre los mayores de 14 años (97,5%), según las respuestas de padres y madres.
La ministra de Educación de CABA, señaló que descartaron la posibilidad de “prohibir”: “Queremos que los estudiantes de secundaria desarrollen la autorregulación, una competencia que será muy demandada”.
La medida tiene como objetivo “estimular la concentración” y fortalecer los aprendizajes de los alumnos durante las horas de clase, así como “promover la socialización” en los recreos.
La resolución porteña menciona, los casos de las provincias de San Juan y Mendoza, donde se definió una “utilización acotada“ de los teléfonos: se restringió el uso en el aula, pero se permite en el comedor y los recreos.
¿Qué pasa en otros países?
Francia, Italia, Países Bajos y China ya prohibieron los celulares en la escuela, mientras que otros están discutiendo el tema. En 2023, Suecia también había decidido, motivado por el deterioro en la comprensión lectora, reorientar el gasto en educación digital hacia la inversión en libros.
Celulares en la escuela: por qué no
Para Alejandro Artopoulos, del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés (UdeSA), es necesario distinguir la discusión pedagógica de la vinculada con la salud. “En estas medidas, el disparador es una crisis de salud pública”, y aludió al crecimiento de la ludopatía entre los chicos y adolescentes. “Este consumo problemático es uno más en un contexto de escalamiento de los problemas mentales que generan los algoritmos adictivos de las redes sociales, potenciados por la pandemia, que trajo a su vez una epidemia de ansiedad y depresión en niños y adolescentes”.
Algunos expertos reconocen una potencialidad pedagógica del celular en secundaria, pero no en primaria. Cuando un padre de un niño de 10 años le da un celular a su hijo, tiene que saber que le está dando droga: los chicos a esa edad no tienen las herramientas cognitivas para hacerle frente.
Uno de los argumentos en contra de la prohibición de los teléfonos es que puede “obstaculizar” el contacto entre el estudiante y su familia. Frente a esos casos, le pueden dar un celular sin conexión a internet, que permita mandar mensajes y hacer llamadas telefónicas.
La presencia de dispositivos puede ser especialmente disruptiva para lograr algunos aprendizajes básicos, sobre todo en edades tempranas. “En la primera infancia y en el desarrollo de la lectoescritura, los niños deben dedicar tiempo a la lectura y todos los aspectos psicomotrices; por ejemplo, cómo tomar el lápiz, cómo usar la mano para escribir, cómo leer un texto. El uso excesivo de las pantallas en el aula atenta contra el proceso de pensamiento que lleva a incorporar la escritura”, expresó Mónica Prieto, profesora de la Escuela de Educación de la Universidad Austral.
“Hoy el celular está afectando dos variables que son muy importantes para la vida: la socialización y la atención”, explicó Sebastián Bortnik, especialista en tecnología. En ese sentido, enfatizó que la tecnología “es un medio, no un fin”, y agregó: “No estamos prohibiendo el celular: estamos prohibiendo que te pases 15 minutos del recreo sin hablar con nadie, o estamos pidiéndote que puedas prestar atención a la clase”.
Celulares en la escuela: por qué sí
Un argumento que se repitió en varios testimonios: el celular cubre en el aula la falta de libros, de apuntes impresos o de otros dispositivos tecnológicos. En algunos casos, el celular puede ser funcional a una “didáctica de la pobreza” cuando hay que sacarlo “porque no hay libros o porque no anda el wifi de la escuela”.
Al mencionar el caso de Suecia, Artopoulos advirtió sobre el riesgo de “copiar políticas europeas sin pensar en el contexto local”, dado que en Argentina la inversión estatal en equipamiento tecnológico y en libros para las escuelas dista mucho del presupuesto que asignan los países señalados como modelos.
“Vivimos en una sociedad de plataformas. Al prohibir los celulares, estamos formando chicos que, cuando egresen del secundario, estarán inermes en la selva digital. Me preocupa que no haya una agenda sobre los cambios curriculares necesarios para enseñar las habilidades y competencias relacionadas con la ciudadanía digital”, planteó Artopoulos.
Algunos expertos que cuestionan la prohibición de los celulares en la escuela sostienen que estos son un dispositivo central en la construcción del conocimiento actual, y que la medida puede “aislar” más a la escuela de la realidad exterior.
En vez de prohibir, el desafío es “construir normas de convivencia para que, cuando no está pautado para una actividad pedagógica, el celular esté guardado”, dijo un experto.
Desde Chicos.net dijeron que “la prohibición podría dejar a los estudiantes más desprotegidos y aumentar la desigualdad”, mientras que la educación digital puede contribuir a que los chicos desarrollen las habilidades necesarias para navegar la era digital.
“El celular hoy es parte integral de nuestra cultura y debería ser parte de los contenidos escolares. Además, es un medio en donde se aprende: en muchas aulas constituye la única vía de acceso a internet”, señaló Artopoulos. Y advirtió que, en contextos donde persiste la brecha digital, el riesgo es “desconectar y dejar inermes a nuestros chicos frente a la sociedad de los algoritmos”.