Aumentan en el mundo los casos de ACV en adultos jóvenes y mujeres: cuáles son las causas

Los factores de riesgo no controlados como el estrés, la diabetes e hipertensión junto a la contaminación ambiental están entre las principales razones

En los últimos años, el accidente cerebrovascular (ACV), o ictus, dejó de ser una preocupación exclusiva de la población mayor de 60 años para convertirse en una realidad que afecta cada vez más a adultos jóvenes y mujeres a nivel global.

Estudios recientes reflejan esta tendencia y se suman a la evidencia científica de los últimos años, al destacar no solo el aumento en la cantidad de casos, sino también en la mortalidad asociada a esta patología.

Una de las investigaciones, publicada en The Lancet Regional Health-Americasexaminó la evolución de estos eventos cardiovasculares en la región en los últimos 30 años. El análisis indicó que si bien entre 1990 y 2021, las tasas ajustadas por edad disminuyeron, en los últimos años, a partir de 2015, se registra un aumento de la incidencia entre personas más jóvenes y un ritmo decreciente en la reducción de la mortalidad general.

Las causas del aumento de los casos de ACV, según los investigadores

El aumento de casos de ACV en personas jóvenes es un fenómeno multicausal. Uno de los factores podría ser “la mejor detección y disponibilidad de métodos diagnósticos en diversos países y centros médicos”. Sin embargo, también señaló que “los factores de riesgo tradicionales, como la hipertensión, el tabaquismo, la diabetes y el colesterol alto, están presentes en personas jóvenes”, lo que aumenta su vulnerabilidad a sufrir un ACV, dijo el neurólogo Sebastián Ameriso, Jefe del Departamento de Neurología de Fleni.

También abordó las disparidades socioeconómicas y ambientales como factores determinantes en la ocurrencia de accidentes cerebrovasculares. Según Ameriso, existen diferencias notables en la incidencia de ACV entre distintos países y contextos socioeconómicos, lo que sugiere que estos factores deben ser estudiados con más profundidad en futuras investigaciones.

En cuanto a la relación de género en los casos de ACV, Ameriso expresó la necesidad de abordar la asimetría y desigualdad en mujeres jóvenes, tanto en la incidencia como en el diagnóstico y pronóstico. Señaló que “existe un estereotipo erróneo de que el ACV afecta principalmente a hombres mayores de 70 años”, lo que podría retrasar el diagnóstico en otros grupos etarios y de diferentes sexos.

Finalmente, el experto destacó la importancia de educar tanto a la comunidad médica como a la población general sobre los riesgos del ACV en cualquier edad y sexo. En este sentido, mencionó que factores como “el estrés, el sedentarismo y la contaminación ambiental podrían estar influyendo en la mayor incidencia de esta enfermedad”, aunque aún faltan estudios más rigurosos para determinar su impacto exacto.

Para garantizar una prevención efectiva, está la necesidad de evaluar tanto los factores de riesgo tradicionales como los no tradicionales en población joven, así como implementar pruebas de detección rigurosas tras un ictus para evitar episodios futuros.

Cómo prevenir el accidente cardiovascular

Si se lograra incrementar el control de la hipertensión al 50% de la población —muy por encima del actual 36%—, se podrían prevenir aproximadamente 120.000 muertes por accidente cerebrovascular en la región. Además, la mejora en sistemas de atención, incluido el acceso a redes coordinadas de manejo del ictus en países con recursos limitados, podría reducir significativamente la mortalidad.

El panorama actual destaca relevantes desafíos para las Américas y plantea una agenda ambiciosa, pero viable, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. El fortalecimiento de políticas públicas, campañas educativas, investigaciones sobre inequidades y determinantes sociales, así como la expansión de tecnologías para el tratamiento del ictus, son aspectos esenciales para salvar vidas y frenar el impacto económico y social devastador del accidente cerebrovascular.

El estudio apela a gobiernos, instituciones y comunidades a implementar medidas concretas ahora, antes de que la tendencia identificada en los más jóvenes se consolide como un nuevo estándar.

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