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Existen personas educadas y otras que no lo son, de un lado y del otro. Tres peleas que sucedieron estos días y que nadie hizo nada para impedirlo

El tucumano es un gran cafetero. “Copan” todos los bares de la ciudad en la mañana y en la tarde. Algunos están en el interior y otros en la vereda -o terrazas- disfrutando el aire libre. Parte del paisaje son los vendedores ambulantes, gente que pide alguna ayuda, lustradores, cantantes callejeros. En general, todo transcurre en total respeto. Pero, existen algunas situaciones de fuertes discusiones que, por suerte, quedan solo en eso, o no.

Hace unos días, en un bar ubicado en un hotel céntrico, un vendedor ambulante fue invitado a retirarse del lugar. El vendedor comenzó a gritarle al mozo y, desde la vereda, lo invitaba a pelear. Decía que no iba a moverse de ahí hasta que no salga a pelear. El testigo que contó la historia se retiró del lugar y el vendedor seguía esperando al mozo para pelear.

Este fin de semana pasaron dos situaciones violentas en dos bares sobre Plaza Urquiza -ya conocida la zona por peleas con ambulantes-. En uno de ellos, un señor en sillas de ruedas comía con un compañero en una mesa de la vereda. De pronto empezó a gritar quejándose de la actitud de una persona que pedía. La policía que estaba sobre la plaza, solo miraba, los empleados del bar miraban para otro lado. El cliente, ofuscado, se retiró del lugar.

En el bar de al lado -el mismo día-, tres personas comían en la terraza del lugar. De pronto, se acercó un señor que lustraba zapatos, les pidió plata a los jóvenes y le contestaron que no tenían. El hombre golpeó con el cajón de lustrar a uno de los chicos y los empezó a insultar y amenazar. Comenzó una fuerte discusión sin llegar a la violencia física, de casualidad. No había ni un policía y los empleados del bar “guardados” adentro. Pasado el hecho, “apareció” la moza. Ante la queja de los chicos de por qué permiten la violencia de los que piden hacia los clientes, la chica solo dijo “no podemos meternos porque este es un espacio público”.

Conclusión: todo bien con los que venden y piden en la calle, pero los bares deberían ver el modo de “cuidar” un poco más a sus clientes. Al menos, llamando a la policía. Menos mal que le pasa a un tucumano porque si viniesen turistas y pasa algo similar, la queman a la provincia para todo el viaje.

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