El escándalo que estalló en Alberdi por los supuestos vínculos de ex funcionarios con el narcotráfico no sólo desató una tormenta política que está lejos de amainar, sino que encendió todas las alarmas sobre la infiltración del narcotráfico en la política del sur tucumano
El caso ya no se reduciría a un municipio: hoy, Famaillá, Monteros, Concepción, Aguilares, La Cocha y Alberdi compartirían algo más que rutas provinciales; compartirían un presente cargado de sospechas, violencia y estructuras políticas sospechosamente permisivas.
El audio que rompió el silencio
Todo comenzó con un audio viral. Una charla grabada entre Roque “Chipi” Giménez -un ex remisero devenido empresario de la construcción- y el ahora ex intendente Luis Campos dejó al descubierto un entramado de vínculos políticos y posibles acuerdos con el narcotráfico. La grabación no solo motivó una causa penal iniciada por el Fiscal Federal Rafael Vehils Ruiz, sino que destapó una red con ramificaciones más profundas.
Entre los implicados están Campos, su esposa y legisladora justicialista, en uso de licencia, Sandra Figueroa; el ex secretario de Hacienda de Alberdi, José Roldán; y jóvenes con contratos municipales o ambiciones políticas. La hipótesis es clara: el grupo se habría confabulado para el tráfico o comercialización de estupefacientes, amparados por el poder y en algunos casos, premiados con contratos u obras públicas.
Viajes, cheques y cocaína
Uno de los datos más reveladores: varios de los involucrados viajaron recientemente a Bolivia. El propio “Chipi” Giménez, que denunció al ex intendente por pagar una camioneta con cheques del municipio, fue a Bolivia el 5 de mayo. A partir de ese viaje, se sospecha que ingresó un cargamento de cocaína del cual ya se habrían secuestrado cuatro kilos. Uno estaba en poder de Rodrigo Campos (vinculado a Roldán); los otros tres, en manos del Clan Paradi, una banda con base en Concepción pero con fuerte presencia en Alberdi.
Mapa narco: una red en expansión
La causa Alberdi apenas rozó la superficie. Investigaciones paralelas ya apuntan a municipios vecinos donde se repite el mismo patrón: avance narco, connivencia política, rutas estratégicas y crímenes impunes.
Famaillá, Monteros, Aguilares, La Cocha, Concepción… todos forman parte de una ruta crítica que los narcos están explotando. Desde San Miguel de Tucumán hasta los límites con Catamarca y Santiago del Estero, la “Ruta de los Valles” se transformó en una autopista del narcotráfico. Solo este año se secuestraron allí más de 500 kilos de cocaína.
Según el Fiscal Federal salteño Ricardo Toranzos, pensar al sur tucumano solo como “zona de tránsito” es quedarse corto: “Las organizaciones contaminan comunidades al paso, ya sea repartiendo droga para cubrir gastos o descartando lo que no sirve. Esa contaminación se vuelve permanente”.
Crímenes sin Justicia
A este mapa hay que agregarle la sangre. En los últimos años, los crímenes vinculados al narcotráfico aumentaron en brutalidad y frecuencia, mientras la impunidad se volvió regla:
• En Famaillá, dos policías fueron acribillados al investigar una operación de droga. El caso sigue incompleto: hay un condenado, pero los nexos políticos no se tocaron.
• En La Cocha, un padre y su hijo fueron ejecutados de un tiro en la nuca y luego quemados. Se sospecha que se quedaron con un cargamento.
• En Monteros, un padre y su hijo fueron asesinados a balazos en 2022. Nunca se identificó a los responsables.
• En Alberdi, un caso reciente en Salta sacudió a la política local: Carlos “Kokoz” Rodríguez y Elvio Díaz -ambos con conexiones políticas- fueron imputados por el homicidio de dos bolivianos en Orán. Otra vez, drogas y sangre.
¿Quién gobierna realmente?
Lo que emerge de este cuadro no es solo la expansión narco, sino la sospecha de que parte del poder político local está al servicio -o bajo control- del crimen organizado.
La intervención en Alberdi fue apenas un parche. Si no se corta de raíz el posible vínculo entre política y narcotráfico, no habrá municipio que quede a salvo.
Porque el verdadero problema no es lo que pasó en Alberdi. Es lo que sigue pasando, mientras muchos miran para otro lado.
Con información de Gustavo Rodríguez, La Gaceta