A Natalia la acribillaron en su casa junto a su novio. Aníbal, su ex esposo, se entregó y confesó el hecho. Ella lo había denunciado al menos dos veces desde 2010 y todas las causas habían sido archivadas
Natalia Ocampo tenía 47 años, fue asesinada de dos tiros en la cabeza y uno en el pecho el domingo pasado, cuando estaba en su casa de la Zona Oeste de Rosario junto con su novio, César Valenzuela (48), que también fue ejecutado de varios disparos.
Quien mató a las víctimas fue Aníbal Ramón Cabaña, de 61 años, el ex marido de la mujer, que ya fue imputado y quedó preso. Entró con la llave, acribilló a ambos y horas después se entregó ante la Policía.
Incluso indicó el lugar preciso en el que había escondido el arma que usó: en el tanque de agua de la propiedad de una de sus hermanas. Dos semanas antes del doble crimen había amenazado de muerte a Natalia, después de que ella le comunicara que quería separarse por estar conociendo a otra persona.
Según el Fiscal Alejandro Ferlazzo, Ocampo y Cabaña estuvieron casados durante 18 años. En ese tiempo ella lo denunció en varias oportunidades por violencia de género. Algunas presentaciones judiciales datan de 2010 y 2011, cuando regía el viejo sistema acusatorio en Santa Fe, y todas fueron archivadas.
Entre las denuncias radicadas ante la Justicia provincial, Natalia expuso que su –por entonces– esposo había atentado contra su domicilio, situado en Uruguay al 5300, en Barrio Triángulo. En un caso, a través de disparos. En otro, con una bomba molotov.
Sus relatos no solo daban cuenta del peligro en el que se encontraba desde el inicio de la relación –tanto ella como su hijo, que tiene TDAH–: también mostraban que Aníbal manipulaba armas y estaba dispuesto a usarlas para intimidarla.
La mujer, dos semanas antes de ser asesinada, hizo la última presentación judicial contra su ex marido. Fue por amenazas simples. Explicó que Aníbal Cabaña se presentó en la puerta de su propiedad –en la que habían vivido juntos–, le hizo señas de que la iba a degollar y le dijo que era una “puta”.
Por ese hecho, desde la Justicia se le había ordenado una estéril restricción de acercamiento al hombre, que ejerció violencia de género en todas sus formas con la víctima.
Un ejemplo, para el Fiscal, fue que tras la separación ocurrida a mediados de marzo, robó el celular de Ocampo y un juego de llaves de su propiedad, el que luego usó para entrar y acribillar a tiros tanto a ella como a su novio.
Por la reconstrucción del doble homicidio, los investigadores pudieron determinar que la mujer alquilaba las habitaciones de la misma casa en la que vivía. Uno de los inquilinos, desde hace poco tiempo, había sido César Valenzuela, su nueva pareja y la segunda víctima.
“Aníbal entró sin romper nada porque tenía la llave. El ataque fue en la planta alta, donde se accede por una escalera. Ahí, pateó una puerta de madera y entró al ambiente donde había dos piezas, la cocina y el living. A ella primero le dio dos tiros en la cabeza. A Valenzuela, por lo que dijeron los vecinos, le hizo implorar que no lo mate. Pero lo hizo de todos modos”, destacó un investigador policial.