Nerviosismo en la oposición: el temor a un Milei imparable

Políticos, sindicalistas, dialoguistas y hasta periodistas se muestran desorientados al no encontrar la forma de “voltear” al Presidente. La desesperación los hace cometer errores y, sin darse cuenta, fortalecen al libertario

La oposición política en Argentina está mostrando signos evidentes de nerviosismo. Mientras el Gobierno de Javier Milei logra bajar la inflación y estabilizar la economía, sus adversarios ven con preocupación un escenario en el que el Presidente no solo cumpla con su promesa de ordenar el país, sino que además se fortalezca políticamente de cara a las elecciones legislativas de octubre.

El temor es claro: si Milei logra encarrilar la economía y la sociedad percibe una mejora concreta en su calidad de vida, su triunfo podría volverse inevitable. Por eso, sectores opositores que en un principio se mostraban “dialoguistas” ahora endurecen su postura. Legisladores que antes estaban dispuestos a negociar reformas, obstaculizan cualquier medida. Periodistas que antes se mostraban imparciales o incluso comprensivos con el ajuste, se convierten en sus críticos más duros. La estrategia parece ser clara: frenar a “El loco” Milei a cualquier costo antes de que sea demasiado tarde.

El colmo de esta desesperación se vio reflejado en la reciente marcha de los jubilados, donde se observó la insólita presencia de barrabravas. Lejos de representar una genuina preocupación por la situación de los mayores, el objetivo parecía ser otro: provocar a la policía para generar un escenario de represión y caos. No es casual que, en paralelo, las calles comiencen a mostrar signos de una creciente conflictividad promovida por sectores opositores. Buscan generar un clima de ingobernabilidad que frene el avance del Gobierno.

Sin embargo, lo que la oposición irracional no parece comprender es que su estrategia podría estar logrando el efecto contrario. En lugar de debilitar a Milei, el “todos contra uno” está generando un fenómeno de apoyo popular inesperado. La imagen de un Presidente rodeado de ataques por todos lados, resistiendo los embates de políticos tradicionales, sindicalistas y medios de comunicación, lo convierte en una figura aún más fuerte ante la mirada de muchos ciudadanos.

La lógica es simple: cuando en una pelea cinco personas atacan a una sola y que está tirada en el piso, la reacción natural de quienes observan es apoyar al indefenso. En este caso, cuanto más golpes reciba Milei, más fuerte se volverá. La gente ve en él a alguien que está intentando hacer y que no lo dejan. Y en un país cansado de promesas incumplidas, esa imagen de resistencia podría ser el mayor activo político del mandatario.

Si la oposición realmente quiere disputarle el poder a Milei en 2025, y luego en 2027, debería enfocarse en ofrecer una alternativa real y no en tratar de voltear a un Presidente que, contra todo pronóstico, parece fortalecerse con cada ataque.

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