No tiene la culpa el chancho sino quien le da de comer: los mismos corruptos, el mismo fracaso y el mismo pueblo que los elige

Si los ciudadanos no hacen valer su voto, los corruptos e ignorantes de políticos que gobiernan seguirán viviendo de la plata del pueblo sin hacer nada. Ellos siguen por tu voto. Mientras no decidas cambiar, seguirán riéndose en tu cara. Al pueblo manso se lo lleva la corriente. Hay que empoderarse y plantarse a los impresentables

Si se quiere una provincia distinta, o un país distinto, se debe actuar distinto. No alcanza con indignarse en redes sociales o quejarse en la mesa familiar. Hay que involucrarse, informarse, dejar de votar con miedo y empezar a hacerlo con convicción. Porque si se sigue eligiendo a los mismos, el resultado será el mismo. Y entonces, ya no se podrá decir que la culpa es de ellos. Será de todos los ciudadanos. Se han vivido tantos años en la miseria y la corrupción que cada ciudadano lo asume como algo habitual y natural. Entonces, ¿realmente se quiere cambiar?, o ya se perdió toda esperanza de vivir en un lugar mejor, como una persona digna se merece. Los políticos corruptos y nefastos, no solo robaron plata, sino que robaron algo mucho más valioso: la ilusión. Han destruido la cabeza de miles de niños, adolescentes y hasta de adultos en tantos años de populismo y miseria, donde se ha naturalizado que ellos vivan como millonarios y el resto como ratas.

Tucumán en particular, y Argentina en general, parecen atrapadas en un círculo vicioso. Una y otra vez, los mismos políticos cuestionados, enriquecidos en la función pública, permanecen o regresan al poder

Se presentan como salvadores, prometen soluciones y, sin embargo, después de más de 40 años de peronismo gobernando la mayor parte del tiempo, Tucumán, y el país, siguen sumidos en la pobreza, la mentira y la corrupción. Pero la pregunta clave es: ¿Quién los pone ahí?, o, ¿Gracias a quién están ahí?

Los políticos que nunca se van

Desde la vuelta de la democracia, Tucumán ha sido testigo de una rotación de apellidos más que de ideas. Ex gobernadores que se reciclan como senadores, intendentes que vuelven tras un período de descanso, ministros que fracasan en un área y reaparecen en otra. ¿Cómo es posible que dirigentes con décadas de gestión y sin resultados concretos sigan tomando decisiones?

Ricos en el poder, pobres en la calle

Es un fenómeno que debería indignar más: políticos que, antes de llegar a la función pública, tenían patrimonios modestos y hoy ostentan fortunas inexplicables. Casas en barrios exclusivos, autos de alta gama, viajes de lujo, mientras la provincia, y los municipios, se hunden en la desidia. No lo ocultan: viven rodeados de pobreza sin que esto les genere el más mínimo conflicto.

El rol de la ciudadanía: el voto que los mantiene en pie

No se puede culpar solo a los políticos. Si siguen en el poder es porque hay una sociedad que los vota, los tolera y hasta los defiende. ¿Por qué? Parte de la respuesta está en el clientelismo, en la cultura de la dádiva y el miedo al cambio. Otra parte, en la falta de memoria y en la apatía de quienes creen que “todos son iguales” y terminan eligiendo lo mismo.

El peronismo ha gobernado Tucumán 38 de los últimos 42 años, casi sin interrupciones. Prometieron Justicia Social, desarrollo, igualdad. Sin embargo, la realidad muestra una provincia con 50% de pobreza, indigencia, analfabetismo, sin infraestructura, destrucción del patrimonio cultural, corrupción, ausencia de Justicia independiente y un Estado que solo crece para mantener la estructura de poder. Y a pesar de todo, siguen ganando elecciones.

Romper el ciclo o seguir en la decadencia

El problema no es solo quién gobierna, sino quién lo elige. Los tucumanos en particular, y los argentinos en general, están mal acostumbrados a culpar siempre a otro: a los políticos, a los empresarios, a los medios. Pero nunca se miran a ellos mismos.

Es más fácil quejarse que comprometerse, pero la verdad es que la responsabilidad es de cada uno y de todos.

TICHO para SIN CODIGO

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