“Se puede mentir a pocos, mucho tiempo. Se puede mentir a muchos, poco tiempo. Pero no se puede mentir a todos, todo el tiempo”, decía Abraham Lincoln. El gobernador tucumano tiene dos trajes -según la ocasión-: uno populista (peronista) y otro de libertario
Luego de 40 años de vivir de la función pública, no cabe dudas que Osvaldo Jaldo es un hábil político. Supo “surfear” diferentes gobiernos locales manteniéndose en altos cargos. Para ello, seguro debe haber usado un poco de hipocresía y “tragarse algunos sapos”. Y logró su objetivo, convertirse en el primer mandatario tucumano.
Más allá de no tener un Gobierno Nacional afín, el hombre se propuso ser diferente a sus antecesores. Hasta ahora lo está logrando pero desde lo discursivo -es también un hábil declarante-, no así en los hechos. Algunos sí, como la alcaldía de Delfín Gallo y parte de la cárcel ubicada en Benjamín Paz. En Seguridad está causando un efecto positivo en la población, aunque falta: con la droga solo caen los “4 de copas” pero hasta ahora ninguno de los peces gordos; la mafia de los barrabravas, y su nexo con políticos y droga, tampoco se toca. El resto es puro discurso.
Jaldo logró, al menos hasta ahora, “neutralizar” a la oposición -bah, para ser sinceros hace años que viene muda e inactiva-. Incorporó a su Gobierno al líder de Libres del Sur y ex piquetero, Federico Masso, dándole el Ministerio de Desarrollo Social. La gestión del extrapartidario está muy cuestionada por la población. En un año de gestión se descubrió “de casualidad”, en dos oportunidades, la venta ilegal de mercadería del Estado. Es indudable la responsabilidad del ministro por no haber sabido ejecutar un control estricto desde la cartera que preside. Si yo tengo una casa, dejo a X de casero y le entran a robar una vez, puede ser perdonable; una segunda vez, no. Cambio de casero. Sin embargo, el gobernador lo respaldó. ¿Cuál será su interés?.
Existen otros ministros que están más preocupados por agradarle a Jaldo que solucionar los problemas de sus ministerios. El gobernador seguro lo sabe.
Prometió el Acceso a la Información Pública y recién mandó el proyecto en noviembre a la Legislatura. Allí, si él no “ordena a la tropa” el proyecto puede dormir el sueño eterno.
Prometió la Reforma Electoral. Ya terminó el año. La Legislatura volverá en marzo de 2025, que es el año electoral. Obvio que no llegarán con los tiempos. No les conviene. El peronismo sin acoples, sin bolsones, no gana una elección.
Sigue existiendo, bajo su Gobierno, la Legislatura más cara del país -después de la provincia de Buenos Aires-.
A pesar de haberse logrado la Ley que prohíbe la Tracción a Sangre, dio la orden -según el secretario de Gobierno, Raúl Albarracín- de que sigan circulando los carros.
¿Cuál es la afinidad con el Presidente Javier Milei?, aparentemente ninguna o muy pocas. Mientras el mandatario nacional achica el Estado para disminuir la corrupción, Jaldo hace alabanzas del Estado -del mega Estado-, donde la corrupción ahoga. El único interés del gobernador pareciera ser mantener un dialogo con Milei -a través de apoyar algunas leyes- para que éste no le deje de mandar plata.
Este jueves recibirá al Presidente -seguramente hará pintar de morado todo lo que esté a su alcance-, participarán de un acto donde le entregarán un premio a MIlei y lo despedirá. Cuando el libertario esté volviendo a Buenos Aires, Jaldo se sacudirá, se cambiará de traje, y seguirá participando de los mitines con los cumpas de siempre.
TICHO, SIN CODIGO