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Un joven profesional había emigrado a la Argentina para crecer profesionalmente y escapar de la inseguridad de su país

Juan Francisco Fernández Acosta tenía 27 años, era ingeniero electrónico y había llegado al país, desde Venezuela, en busca de un mejor porvenir. Vivía en la Ciudad de Buenos Aires, desde hace cuatro años, donde trabajaba día y noche como repartidor para poder continuar formándose. Ayer, por la madrugada, todo terminó: un delincuente lo asaltó en el barrio porteño de Palermo y lo asesinó de un balazo en la cabeza para robarle su celular. A las pocas horas falleció, en el Hospital Fernández.

Juan Francisco se mantuvo económicamente con sus propios ingresos mientras estudiaba ingeniería en Caracas. Lo hacía con su trabajo de mantenimiento electrónico en el metro de la capital de Venezuela. Allí trabajó hasta que decidió ir a Buenos Aires. Algunos meses antes de tomar la decisión de abandonar su país, Juan Francisco recibió una oferta que podría haber torcido su destino: “Se comunicaron con él de un pequeño país asiático para ofrecerle un opuesto en la línea de trenes de allí. Sin embargo, lo rechazó porque creía que Argentina sería una mejor manera de progresar en la vida”, contó el padre de la víctima.

Cuando llegó, en plena cuarentena, Juan no encontró un puesto en su profesión y empezó a trabajar como delivery. Luego entró en la Universidad de Palermo para realizar un postgrado sobre lo que había estudiado.

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Ahora sus padres buscan la manera de repatriar los restos de su hijo. La familia reúne fondos para poder viajar a Buenos Aires a buscar el cuerpo de Juan Francisco.

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