Turismo en Tucumán: mucho potencial y poca o nula decisión

El turismo, esa máquina de hacer dinero, la “fábrica sin chimeneas”, sigue siendo una materia reprobada en la provincia

Cuando asumió Domingo Amaya como presidente del Ente Tucumán Turismo, parecía que por fin la provincia se transformaría en un polo atractivo para visitantes. Hasta ahora no fue así.

Amaya tuvo una oportunidad inmensa en sus manos: convertir a Tucumán en un destino turístico importante del país. Quizás está a tiempo. Pero tiene un desafío igual de grande: que por fin haya voluntad política real para lograrlo.

Convertir a una ciudad -o a una provincia- en un polo turístico no es algo que se consigue solo con propaganda. Hay que invertir, planificar, tener visión. Es como si uno quisiera alquilar una casa: no alcanza con poner un cartel lindo. La casa tiene que estar en condiciones. Que sea cómoda, accesible, segura, con los servicios funcionando.

Hoy Tucumán es una casa con potencial, pero mal presentada. Una casa que podría ser hermosa, pero está sucia, rota, sin señalización, con calles oscuras, basurales en la entrada, y una primera impresión que espanta.

Dentro de las cuatro avenidas -y ni hablar por fuera de esa zona- la ciudad capital está tan venida a menos como el resto de la provincia. Y si uno se aleja un poco del centro, la cosa empeora. No hay infraestructura, no hay señalética, no hay planificación. Pero lo más grave es que parece no haber decisión política sostenida.

Sin embargo, Tucumán tiene todo para convertirse en un destino deseado: paisajes de montaña, historia, cultura, gastronomía, identidad. Tafí del Valle, San Javier, El Cadillal, Raco, Amaicha del Valle, Colalao del Valle, Villa Nougués… Lugares bellísimos, con mucho para ofrecer, pero sin las condiciones mínimas para recibir al turismo como corresponde.

La respuesta de siempre es: “no hay plata”. Pero cuando se quiere, se puede. La inversión en turismo no es un gasto: es una forma de generar trabajo, atraer ingresos y mejorar la calidad de vida de los propios tucumanos. Es hora de pensar el turismo como una política de Estado, no como un decorado para los folletos.

El turismo puede ser la gran industria de Tucumán. Pero primero hay que barrer, arreglar, iluminar, señalizar, capacitar. Y, sobre todo, decidir que sí, que esta vez va en serio.

Domingo Amaya tiene la responsabilidad -y la oportunidad- de ser el casero que transforma esta casa olvidada en un hogar deseado.

TICHO para SIN CODIGO

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